“Cubalibre” es una bebida tradicional de La Habana que se prepara con refresco de cola y ron. Pero más allá de ese significado, la frase engloba uno de los sentimientos más intrínsecos del pueblo cubano. Su origen tiene un lugar especial en la historia, pues fue un grito de lucha que emplearon los patriotas, encabezados por José Martí, para obtener la independencia de la isla a finales del siglo XIX.

Cuba surge como nación en medio del conflicto bélico entre Estados Unidos y España, y aunque si bien, la isla se libró del yugo español, la realidad es que fue ocupada por los estadounidenses y su gobierno siempre se vio comprometido con el vecino del norte.

Situación que perduró hasta los años 60, con el levantamiento armado de la guerrilla encabezada por Fidel Castro, Ernesto “Che” Guevara, Camilo Cienfuegos y otros, así como los postulados del socialismo marxista.

Lo que siguió es de todos conocido. Una aversión al gobierno socialista cubano, el bloqueo económico y una tensión constante entre ambas naciones que impulsó la guerra fría. El régimen castrista perduró en un sistema económico y político controlador, de corte estatista, con claroscuros y escándalos internacionales; pero estable, por estar sostenido principalmente en la figura de su líder revolucionario.

Hoy, a más de 120 años de su independencia, y sin un líder claro a seguir, el pueblo cubano vuelve a entonar ese grito de lucha “Cuba-Libre”, pero en un contexto diferente, de exigencia a su gobierno.

Cientos de personas han tomado las calles de la isla para reclamar lo que les corresponde: mejores derechos y mayor calidad de vida.  Los reclamos iniciaron en San Antonio de los Baños y se extendieron a otras provincias, viralizándose tanto en las calles como en las redes sociales. Protestas que también se están replicando en otras partes del mundo, en apoyo a ese pueblo.

Y es lógico, los que hoy se manifiestan son en su mayoría jóvenes que crecieron con otra mentalidad, en otro contexto, apartados de los ideales del régimen castrista y, sobre todo, llevados por la globalización y el liberalismo mediático.

Jóvenes que ven el mundo con otros ojos y que anhelan, más allá de ideales políticos, una vida sana y justa. Demandan atención en la pandemia y solución a la peor crisis económica de los últimos 30 años.

Esto no es nuevo. En América Latina están proliferando este tipo de movimientos, donde las exigencias van más allá de nombres y colores.

Se centran en la demanda básica del respeto a los derechos humanos y de un gobierno empático, que los garantice y proteja. Ya lo vimos en Chile, Colombia y ahora, en Cuba.

Pero además, el reclamo retumba en el entorno mundial, con la eliminación de las restricciones económicas y el levantamiento del bloqueo que tanto ha dañado a la isla.

En este contexto, será interesante ver la respuesta del gobierno cubano a estas inusitadas manifestaciones, pero también de la comunidad internacional ante una posible reacción violenta del presidente Diaz Canel o de las demandas legítimas de libertad económica.

Hoy Cuba vive un momento histórico. Ojalá y su presidente opte por la conciliación y el diálogo en lugar de la confrontación y la represión, pues sólo de esa manera es como se hará realidad el ideal que impulsó en su momento a los libertadores de la isla y que ha enaltecido su memoria: “Cuba-Libre”.

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