La comisión de delitos a través de internet se ha incrementado en nuestro país a mayor ritmo del que ha aumentado la tecnología y los usuarios de la red de redes. Las estadísticas no nos dejan mentir. De acuerdo con la encuesta Global del Estado de la Seguridad de la Información 2017, elaborada por Price Waterhouse Coopers (PwC) —cuyos resultados fueron publicados por varios medios de comunicación mexicanos en febrero pasado— casi 50% de las empresas nacionales habían sufrido al menos un ataque cibernético.

El referido estudio consigna que el malware, el phishing y los hackeos se constituyeron en los principales riesgos para la seguridad en el ciberespacio, que involucran diversidad de delitos como el robo de contraseñas, el acoso, amenazas, la difamación, la suplantación de identidad además de hechos como el fraude y la extorsión.  Es decir, el ambiente en internet manifiesta similares riesgos y comisión de conductas delictivas, tal como sucede en la vida real y cotidiana.

El panorama real.  

A pesar de que el gobierno mexicano ha puesto en marcha un programa nacional de seguridad y está en funciones el Equipo de Respuesta a Incidentes de Seguridad Cibernética o la División Científica de la Policía Federal, infortunadamente, la gran mayoría de los mexicanos ha ignorado y sigue ignorando los severos peligros que se enfrentan en este ámbito y, por ende, ha hecho caso omiso de las medidas mínimas que se deben adoptar para garantizar la seguridad en el ciberespacio.

Esto significa, al igual que en la vida cotidiana y real, que una parte fundamental de la seguridad está en manos de los mismos ciudadanos, de sus familias e incluso, de sus vecinos. Cito un solo caso hipotético: ¿Cómo logramos que nuestros hijos menores de edad o adolescentes estén seguros cuando ingresan al internet?

De acuerdo con la Policía Cibernética Federal, una parte fundamental para lograrlo es que los padres de familia inculquen valores y principios como base de la educación que se recibe en casa y que fomenten la confianza y la comunicación asertiva. Además, recomienda que instalen, en los dispositivos electrónicos con internet, programas que limiten el acceso a contenidos no apropiados para la edad de las niñas, niños y adolescentes; supervisar las actividades en línea, así como las personas y grupos con los que interactúa en internet sus hijas e hijos, y reportar usuarios, perfiles, enlaces o foros con contenidos abusivos, sospechosos o inapropiados.

Los padres de familia ¿lo hacemos? De acuerdo con los estudios hasta ahora realizados, no. Hay padres de familia que ni siquiera se interesan por las actividades de sus hijos.

Esfuerzo ciudadano.

En el gobierno municipal de Querétaro hemos decidido no quedarnos de brazos cruzados e implementar un programa que forje entre los niños y adolescentes de nuestras escuelas de educación básica, una nueva cultura sustentada en los valores de la responsabilidad y la seguridad cibernética.

Esta semana hemos puesto en marcha el programa “Querétaro ciberseguro”, que implica la construcción, a partir de las instituciones educativas, de una nueva cultura del uso responsable de la tecnología.

Expertos en el tema impartirán conferencias a estudiantes de escuelas de nivel medio superior del municipio (públicas y privadas) y a directivos y maestros de dichas instituciones, además de difundir una docena de videos sobre temas como ciberbullying, el acoso en redes sociales y la extorsión cibernética.

Junto con el Centro Iberoamericano para la Investigación y Desarrollo de la Ciberseguridad, el municipio elabora una guía sobre qué deben de hacer las escuelas ante casos de este tipo para difundirla en los centros escolares.

Con los niños y adolescentes escolares, a cuyos padres les pedimos su acompañamiento, emprendemos el camino para la gestación de esta nueva cultura que coloque a Querétaro y a sus habitantes, como una de las comunidades más activas en el ciberespacio, pero también, como la que tiene la mejor cultura de la protección cibernética.

Google News