La semana pasada Elon Musk tuiteó que donará una gran cantidad de dólares a la mejor tecnología para captura y almacenamiento de carbono, proyecto que pretende reducir el impacto del cambio climático. Con su primer lugar en la lista de Forbes de los hombres más ricos del mundo, y sus 43 millones de seguidores en aquella red social azul, su anuncio marcó tendencia y muchas empresas ya esperan detalles para tomar el reto.

La captura y almacenamiento de carbono es una tecnología dentro de la geoingeniería, para tomar el dióxido de carbono que se genera en los procesos industriales, e incluso recuperarlo del aire, y “aterrizarlo”, lo que supondría una vía de restauración del impacto ambiental que la humanidad ha provocado.

Si la palabra “restaurar”, que posiciona a la humanidad como victimaria, no nos lleva a pensar sobre nuestra manera de consumo y producción, lo deberían lograr las repercusiones en nuestra forma de vida, al comprometer la seguridad alimentaria, inundaciones y perdida del hábitat. Pero ¿de verdad Elon Musk nos va a salvar de esta? Y si fuera así, ¿será “de gratis”?

Lo bueno: la construcción de la tecnología se basa en conocimiento científico, por lo que se tendría que incentivar la educación, y qué mejor si es pública (a favor del objetivo 4, 9 y 10 de Desarrollo Sostenible, de la ONU).

Lo malo: en muchas ocasiones, la tecnología sirve para un fin particular y con intereses específicos, que podría generar repercusiones socioambientales desconocidas o lo que sería peor, conocidas pero negadas (potencialmente en contra del objetivo 15 y 16, ídem).

Lo feo: se ha alertado que la prioridad para enfrentar la crisis climática es la reducción de la demanda de energéticos y la concomitante reducción de la producción. Además, podría argumentarse que por fin encontramos la tecnología que nos salvará de la catástrofe climática, de manera falaz.

Crisis climática: ¿desglobalización o los concursos de Elon Musk?
Crisis climática: ¿desglobalización o los concursos de Elon Musk?

“La industria petrolera, o naciones petroleras, sin duda están tratando de frenar la protección climática, están explotando nuestra investigación, exageran lo bien que funciona la geoingeniería. Mienten para no reducir las emisiones” dijo David Keith, profesor en la Universidad de Harvard y fundador de la empresa “Carbon Engineering”.

Ante las tres crisis, la ambiental, material y social, ojalá aquel millonario que muchos ven como el Tony Stark de la vida real, incentivará los cambios sistémicos con una contribución más cercana a la atención de la problemática que al capitalismo verde.

En una conferencia llevada a cabo por el Centro de Geociencias de la UNAM-Juriquilla, el Profesor/Investigador Luca Ferrari argumentó que la salida para lograr el menor sufrimiento posible es sistémica. Para ello considera necesaria la desglobalización de la producción, consumo y economía, la agroecología independiente de combustibles fósiles, descentralización administrativa y la disminución de la desigualdad.

Tampoco es necesaria hacer una comuna hippie ni un kibutz israelí —o mental— para imaginar las salida que plantea el Dr. Ferrari. El mismo catedrático de la UNAM narra un caso de éxito en Dinamarca, en el que pasaron de la centralización energética con 14 plantas generadoras de energía basadas en combustibles fósiles, a la descentralización, con más de 500 plantas comunitarias basadas en biomasa, distribuidas en toda la nación. Con ello, la solución no es imposible, pero la viabilidad en otros países requeriría conocer la complejidad local.

Fuentes:
Conferencia: ¿Qué implica un futuro energético sostenible? https://bit.ly/3pthDc8
Documental: La geoingeniería contra el cambio climático https://bit.ly/3owz8a6

*@chrisantics

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