La multiplicidad de formas en que ha brotado la inconformidad contra el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y la autodenominada “Cuarta Transformación” todavía no logra concretar la mezcla que podría realmente ser un dique o un elemento que detenga el camino de la “4T”: unir credibilidad, un proyecto y una oposición fuerte.

Aunque los errores y las omisiones han sido frecuentes durante los más de 22 meses que lleva el sexenio de López Obrador —tan solo el acumulado en Comunicación y ortografía en mensajes de las dependencias daría para varios artículos de opinión o análisis—, la “oposición” política carece de presencia social y confianza en las mayorías.

Esto debería preocupar a la ciudadanía y académicos (as) que quieren ver un proyecto consolidado y con posibilidades de hacer frente al Presidente y el partido en el poder. ¿A qué se debe esta situación? ¿Cómo explicar los porcentajes de aprobación superiores al 50% del Presidente? ¿Es “lealtad ciega”?

Las respuestas conducen a pensar y analizar varios elementos, reconocer la complejidad de la realidad; en vez de simplificarla, apostar al insulto o la descalificación, el clasismo o invisibilizar-negar que detrás de los resultados de votación en 2018, está el hartazgo por decisiones que acrecentaron las desigualdades al interior de la sociedad.

Empecemos por la credibilidad. Una de las características para que un mensaje o un discurso genere confianza en los destinatarios, es que además de la coherencia y claridad en su estructura, el mensaje sea emitido por una fuente o un emisor creíble.

He aquí uno de los principales desafíos de la oposición. ¿Quién tiene credibilidad? Ni los dirigentes de los partidos, ni la mayoría de legisladores y legisladoras del PRI-PAN-PRD-Movimiento Ciudadano al interior del Congreso de la Unión, menos los gobernadores de la llamada “Alianza federalista”, gozan de ella.

Vamos ahora a los medios de comunicación. Hay un grupo de comunicadores, locutores y pseudoperiodistas que con la estridencia, el protagonismo, la inmediatez, la poca capacidad de análisis o investigación como estandartes, han buscado destacar desde los micrófonos y las cámaras para aparentar hacer frente a la “4T”.

¿Tienen credibilidad? Desde mi punto de vista, tampoco. Solo para reflexión: un integrante de este grupo, al que expresidentes, militantes del PAN-PRI y otros partidos lo felicitan y comparten su “periodismo” en redes sociodigitales, será llamado a declarar por un juez de distrito en Toluca, por participar en un montaje que se presentó como “noticia” de tv en diciembre de 2005, que llevó a prisión a varias personas.

También está un grupo de intelectuales y articulistas que han firmado y publicado desplegados. Sin demeritar u olvidar sus logros literarios, la cantidad de libros publicados por varios de ellos, la credibilidad tampoco los distingue.

En dos sexenios anteriores, como documentó y mostró “Contralínea” a inicios de 2020, recibieron cientos de millones de pesos de publicidad oficial. No es ilegal ni está prohibido recibirla, pero el punto de crítica o la indignación está en las cantidades de recurso público otorgadas y la docilidad frente al poder antes, si se contrasta con la virulencia y el enojo que expresan ahora.

Ni FRENAA ni el anunciado “Sí por México” parecen ser opción. Donde sí existe credibilidad es en colectivos de la sociedad civil. Tanto en las mujeres que exigen parar las violencias contra ellas, como en valientes padres y madres de niños con cáncer que luchan contra el desabasto de medicamentos. O en académicos, investigadoras (es) y especialistas que han mostrado las limitantes y los excesos de la “4T”. Próxima semana, segunda parte y puntos pendientes del análisis.

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