Crecimiento y educación
A más de 30 años de la adhesión al FMI y a 22 del TLCAN, el balance de logros no es el que tanto se pregonó, sino todo lo contrario: las medidas de ajuste continúan y se perpetúan, con un crecimiento exponencial de la corrupción, violencia y pobreza. ¿Qué es lo más importante que tiene México en términos de crecimiento? Sólo promesas, a través de reformas basadas en el bono demográfico del país y en su permanente saqueo de recursos. La adopción del ajuste fiscal y de reformas ha destruido la estructura productiva industrial y agrícola del país, así como sus instituciones públicas, depauperando a la mayoría de la población. El TLC devastó el campo y dejó a los agricultores en desventaja frente a los agronegocios de EU; proceso en el que México se convirtió en importador de productos agrícolas. Este modelo ha polarizado a la sociedad entre un grupo minúsculo de personas muy ricas y una gran mayoría cada vez más empobrecida. Los más afectados son los jóvenes que no pueden conseguir un trabajo o una oportunidad para la educación. Los medios de comunicación han promovido un individualismo y consumismo al extremo, catalogando a las personas como ‘perdedoras’ o ‘ganadoras’ con base en la riqueza y el poder, en congruencia con el neoliberalismo. El impacto de este modelo de en la calidad de vida de los mexicanos muestra que los bajos salarios son una explicación de la pobreza y precariedad laboral, que ha empujado a un sector de la sociedad a la criminalidad.
Las alteraciones políticas, económicas y sociales que han resultado de los más de 30 años del ajuste aplicadas por el FMI para reducir la inflación, aplicar reformas estructurales y liberalizar el mercado, han dado por resultado la dramática redistribución entre el capital disponible (que aumentó 48 al 64% entre 1982 y 1988) y el trabajo (que se redujo de un 42 al 29%), una caída del 40% en los salarios, aumento en el desempleo y reducción del 35% del gasto social.
Aun así los resultados son magros: entre 1990 y 2014, el PIB creció menos que en las décadas anteriores (1.2%), y el promedio de ingresos como producto del trabajo no aumentó. Los salarios siguieron a la baja, al caer 26% entre 1994 y 2014.
Otros saldos: más de 12 millones de mexicanos han emigrado a EU y el 58% de la población económicamente activa en 2014 estaba en el sector informal.
Debido a las privatizaciones de empresas estatales a bajo costo se creó una oligarquía que ha secuestrado el poder político y debilitado la democracia a través de la corrupción, represión y violencia. El libre mercado está pretendiendo convertir el sistema escolar en un mercado; defienden y aspiran imponer un modelo de sociedad donde la educación acabe reducida a un bien de consumo más. Los sistemas educativos y las creaciones culturales se reducen a mercancías, pero disimulando las redes económicas y los intereses políticos que se esconden detrás de esta posición mercantilista. Este ocultamiento lo que significa es convertir al sistema educativo en un centro comercial, que se acompaña de publicidad y discursos demagógicos sobre la defensa de las libertades, de las bondades del apoliticismo y de la necesidad de un Estado que actúe como su promotor. Las políticas neoliberales están teniendo un fuerte impacto en los sistemas educativos, afectándoles en su núcleo. Ya que al tiempo que generan una fuerte reducción económica y de presencia del sector público, con medidas de ajuste que promueve el gobierno y oligarquía, contribuyen a desvalorizar las instituciones escolares, a segregar al alumnado, a centrar las miradas en un tipo de contenidos curriculares, mientras otros son eliminados del trabajo en las aulas. Las consecuencias en educación son graves, pues alteran lo que venían siendo las principales finalidades de la escolarización. Estas filosofías educativas crean las condiciones para incrementar los procesos de estratificación y exclusión social, en especial de los grupos más pauperizados. El vocabulario mercantilista y la llamada reforma educativa contribuyen a trasladar el sistema educativo, al servicio de los intereses empresariales. En esta coyuntura es que se anuncia la reducción presupuestaria a las universidades. No debemos dejar que el capital y las empresas se hagan cargo de la educación fomentando valores antidemocráticos y carentes de solidaridad. Sin educación no hay futuro y el futuro pasa por asegurar que todas las personas accedan de manera gratuita al sistema escolar con igualdad de derechos y de deberes. Hay que defender la universidad pública como garante de la democracia y la igualdad de derechos.
Consejero electoral del INE. [email protected]