No soy aficionada a las carreras, no logran inspirarme a hacerles una cobertura o incluso a participar en alguna; pero este fin de semana, en los siete años que llevo cubriendo el Querétaro Maratón para diversos medios, por primera vez me gustó.

Es un trabajo complicado, desmañanarse, sobrevivir a un mundo de gente entre entrevistas y resultados. Mi disgusto con las carreras también es porque “me engento muy rápido” y soy muy celosa de mi espacio personal, tener a más de 13 mil personas a mi alrededor no me es grato.

Pero entonces algo pasó, conforme iba haciendo entrevistas a los ganadores, conocí sus historias, supe qué fue lo que les motivó para estar despiertos y tan enérgicos a tan temprana hora en domingo.

Andrei Cabrera llegó a Querétaro hace un año, es originario de la Ciudad de México, vino a la capital queretana a estudiar, y le prometió a su madre que este año correría en el Querétaro Maratón, ya que coincidió la fecha con el cumpleaños de ella, Andrei es atleta, el deporte lo mueve y la mañana de este 1 de octubre, el capitalino tachó una de sus metas en su lista, la sonrisa en su rostro reflejaba un sueño cumplido, la satisfacción de ver el producto de su trabajo, y entonces entendí muchas cosas…

Un cierre vial siempre causa descontento, enojo en los automovilistas y cualquier ciudadano que lleve prisa, e incluso para los más despistados provoca que su estado de ebriedad los haga cruzar la meta sin importarle los accidentes que pueda causar.

Somos el país número uno en obesidad, la gente en nuestro país debe preocuparse por muchas cosas antes que una actividad física, por lo que estas carreras resultan una gran oportunidad, y también sirven como una motivación.

Uno nunca sabe, un campeón olímpico a veces nace en el lugar menos esperado, lo que se necesita es dar el primer paso, como en todo, pero también tener un motivo, una pasión y jamás perderlos.

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