El Hombre que Calculaba

¿Cómo nos explicamos que una persona pueda tener datos exactos de un país y su circunstancia sin haber conocido ese país jamás en su vida?

Las matemáticas rigen la vida, todo es una operación que combina exactamente con la perfección. En este caso Malba Tahan, escribe uno de los libros más importantes para poner a funcionar eso que llamamos mente, inteligencia y habilidad para trasladar esta ciencia a todos los ámbitos de la vida. Por ejemplo, el ajedrez nos insta a desarrollar estrategias que nos ayudan a desarrollar las capacidades del intelecto, un juego infinito como éste, fascinante y por ende con sus grados diferentes de dificultad, abren sin cortapisas un sinfín de posibilidades para entretenernos y entrar al mundo irrevocable de la sabiduría, aplicable como lo mencionaba anteriormente al impulso de la supervivencia. “El Hombre que Calculaba”, es un libro por demás hermoso, con la creatividad necesaria para trasladarnos a los usos y costumbres de los países árabes. Malba Tahan, dedica esta obra a tres grandes genios: Descartes, Pascal y Newton, personajes importantes en el desarrollo de la inteligencia puesta a beneficio de la humanidad.

De este libro han comentado lo siguiente: “La leyenda es la más delicada expresión de la literatura popular. El hombre, en la atractiva ruta de cuentos e historias, intenta escapar a la vulgaridad diaria, embelleciendo la vida con una soñada espiritualidad“, además de la forma de introducirnos a la belleza de los números, podemos conocer a través de esta obra, matices de profunda espiritualidad, sin rayar en lo dogmático ni en la ramplonería que otros autores han intentado igualar sin éxito. “El hombre que calculaba” es el paradigma inigualable de cómo escribir un libro que además de entretenernos, es lúdico, nos quita el equivocado estigma de que las matemáticas son inalcanzables, sobre todo en los jóvenes de educación media.

El primer problema a pensar dice lo siguiente: “Aquel árbol, por ejemplo, tiene doscientas ochenta y cuatro ramas. Sabiendo que cada rama tiene como promedio, trescientas cuarenta y siete hojas, es fácil concluir, que el árbol tiene un total de noventa y ocho mil quinientas cuarenta y ocho hojas.” La obra tiene un contexto romántico, y sin caer en cursilerías nos emociona. En mi caso no me pude separar de este libro hasta que vi el fin, entonces me divertí y aprendí a usar la sesera. También contiene la historia de la invención del ajedrez y el por qué es un juego infinito. Existen elementos irrevocables de la inteligencia del escritor que lo sitúa cronológicamente en el año de 1321, en Bagdad, de la Luna del Ramadán; la erudición de Julio César de Mello Sousa –nombre real del escritor de origen brasileño del siglo XX-, no termina, puede uno leer el libro resolviendo los problemas matemáticos que van en gradiente en cuanto a la dificultad de los mismos. El matemático Júlio César de Mello e Souza se enamoró de la cultura árabe siendo niño, al leer “Las Mil Y Una Noches”. Sin embargo, fue en 1919, a los 23 años de edad, que él se introdujo en el estudio del lenguaje y la cultura árabe.

“El hombre que calculaba”, es en la actualidad, un libro de texto obligatorio en varios países del mundo, me cuestiono: ¿por qué en nuestro México, no hacemos asequible esta materia en nuestra escuelas?, simplemente porque los profesores de esta materia no han leído el libro y no hay quien proponga en realidad una inserción a la larga lista de materias –algunas realmente inútiles-, que a la postre hacen que los párvulos odien esta materia. Recomiendo ampliamente este libro.

“El Hombre que Calculaba” Malba Tahan / Editorial Noriega / 2010

Google News