En los próximos días iniciará el proceso de elección de los consejeros electorales que integraran el llamado “Organismo Electoral Local” el cual se encargará de administrar la elección de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Ayuntamientos en el estado de Querétaro.

Para todos los actores políticos será fundamental que la integración de este Órgano Electoral sea de forma clara, legal, alejada de las cuotas de partidos, de los grupos de interés, de presión y sobre todo que sus miembros sean de profundas convicciones democráticas.

Sería un error que el nuevo Consejo sea otro coto de caza de los partidos y permitir la colonización partidaria de este órgano. La tarea de la integración no será fácil. No porque no existan en Querétaro hombres y mujeres demócratas preparados para ejercer esos cargos. El verdadero riesgo es que, habiendo tanto en juego e incentivos para la antipolítica, es difícil que los actores se abstengan de interferir y de hacer de la integración del nuevo órgano una proyección más de la lucha por la gubernatura, el Congreso y los Ayuntamientos.

Pero detecto un riesgo real y auténtico: la interferencia del poder central, entiéndase presidencial, para la imposición de un gobernador o de los cargos más importantes en los ayuntamientos. Me explico. La sombra que cierne el año 2015 es la del 1997, cuando la elección de Querétaro obedeció a un modelo de repartición del poder de los estados bajo el argumento de la democratización, haciendo la entrega del poder bajo distintas formas que en los mass media y en los círculos políticos se conoció como concertacesión, iniciada por el Presidente Salinas y continuada por Zedillo.

Bajo este modelo, las élites nacionales se veían como una nueva generación juarista que leía con miedo las democratizaciones de Europa del este, en muchos casos la violencia en el cambio de régimen político. Se buscaba para México una revolución de terciopelo que gradualmente enseñara a la oposición a gobernar en las entidades antes de que el Estado federal ocupara el control. Querétaro fue parte de ese ensayo democratizador, quienes lo exhibimos en su momento y lo combatimos fuimos vistos como verdaderos parias del poder, pero no se trata de hacer arqueología política.

En esta hora, los queretanos debemos propiciar un órgano electoral independiente que se resista a las tentaciones autoritarias del grupo hegemónico del Estado de México y de Hidalgo que controlan las principales decisiones de la política. Evitemos que se vea a Querétaro como una moneda de cambio cuyo traspaso de poder no sea por favores legislativos o concesiones entre las élites nacionales.

La elección de Querétaro no puede ser un traspaso de poder entre el PRD, PAN o PRI. Y en esta lógica el nuevo órgano electoral no debe ser la correa de transmisión de una concertacesión.

Querétaro es un estado industrial con una respetabilidad creciente por sus condiciones económicas, sociales y políticas. Es un verdadero ejemplo para el resto del país de que podemos ser un una sociedad mejor en justicia y con libertades. Yo he constatado la existencia de una ciudadanía que sin duda exigirá la aplicación de una regla mínima de la democracia: “un ciudadano un voto”. Los partidos políticos, así como sus aspirantes, deberán ser respetuosos de esta regla básica. Que si ganan la gubernatura Loyola, Rodríguez, (PRI) o Domínguez, Anaya (PAN) o Maya (Morena) o Ruiz (PRD) sea por el voto efectivo de la ciudadanía y no por una concertacesión, fruto del Pacto por México.

Desde el Partido de la Revolución Democrática no vamos a ir a una tentativa fallida de negociar la elección de ningún espacio. El PRD nació para la transformación democrática de México y desde ahora exigimos a todos los actores políticos un compromiso en serio con la democracia.

Pedimos un deslinde de partidos y aspirantes candidatos para que desde ahora digan “no” a las concertacesiones de cualquier signo ideológico o partidario. Todavía más. Vamos a cuidar este proceso de elección de consejeros para que no exista una agenda oculta para la elección de 2015, dentro o fuera de las elecciones, quienes nos consideramos demócratas no vamos a permitir una nueva negociación de las elecciones en ningún nivel.

La voluntad popular de los queretanos será sin duda el nuevo desafío del 2015. Todos estamos emplazados a encarar este reto con la única herramienta de los demócratas: la voz y la conciencia expresada en las urnas.

Abogado

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