Es 1906. El italiano Ernest Schiaparelli llega a Egipto en una expedición junto con un centenar de personas a su cargo. El egiptólogo trabaja en la necrópolis de Deir el-Medina, con la esperanza de encontrar valiosos restos. Para su sorpresa, encuentra una tumba con dos cuerpos momificados junto con algunos objetos y vasijas. Los vestigios son “exportados” a Italia, donde serán albergados en el Museo Egipcio de Turín.

Ya en el siglo XXI, se sabe que los ataúdes dorados albergan los cuerpos momificados del capataz Kha y su esposa Merit, quienes vivieron alrededor del 3200 a. C. Desde su llegada a Italia, se han preservado como una fotografía del momento histórico y las investigaciones realizadas sobre los vestigios han sido únicamente por métodos no invasivos.

Pero ¿y si esa fotografía se ampliara para obtener una imagen olfativa? Probablemente el sentido común de quien estudia ciencias evitó gastar dinero en su estudio anticipando que los compuestos volátiles, responsables de las fragancias que reconoce nuestro olfato, se habrían perdido después de los más de 5 mil años de los vestigios. Además, ¿para qué averiguar si se preservan compuestos volátiles? Por fortuna, este sentido común-ahorrador no impidió que quién realizaba la curación del museo experimentara un leve olor a frutas proveniente de las vasijas y que, además, le contara sobre su fragante descubrimiento a una científica en posibilidad de estudiarlo.

Así fue como la investigadora Ilaria Degano y su equipo de trabajo analizaron los objetos de la tumba de Kha y Merit usando un equipo llamado espectrómetro de masas a partir de muestras de aire y de una manera no invasiva. Como resultado, se detectaron compuestos volátiles en 50 vasijas: aldehídos e hidrocarburos como indicadores de cera de abejas, trimetilamina asociada a restos de pescado seco y otros aldehídos relacionados con frutas.

Los resultados fueron publicados en marzo de 2022 en la Revista de ciencia arqueológica y  nos permiten ampliar la imagen de espacio confinado de la tumba de dos personas que vivieron y murieron en un momento de la historia, en una cultura que ahora podemos comenzar a conocer con un sentido adicional.

Y como museo, ¿no sería extraordinaria una experiencia que nos permita ver, pero también sentir y oler el pasado que se intenta preservar y comunicar? Personalmente, me encantaría saber quién hacía la curaduría del Museo Egipcio de Turín, que tuvo una experiencia olfativa memorable y que provocó una línea de investigación.

Fuente:
—Ancient smells reveal secrets of Egyptian tomb. 
https://www.nature.com/articles/d41586-022-00903-z
—Archaeology of the invisible: The scent of Kha and Merit. 
https://doi.org/10.1016/j.jas. 2022.105577 
*Instagram: @chrisantics

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