En la gran mayoría de textos en distintos sitios de  internet en los que se aborda la conciencia en sus términos más generales, se destaca que es un concepto complejo y aún no completamente comprendido. Acudir a un diccionario resulta un ejercicio muy similar, pero una de sus definiciones me parece especialmente interesante. En ella refiere a una facultad por la que un sujeto se percibe a sí mismo en el mundo.

Dentro de las muchas ramificaciones por las que podemos reflexionar sobre la conciencia, está el trabajo de Paco Calvo, de la Universidad de Murcia, en España. Paco y sus colaboradores estudian el comportamiento de especies vegetales.

Uno de sus estudios es en la planta mimosa pudica, en la que busca encontrar las razones del pudor que manifiesta la planta.

Para quien no conoce a la planta mencionada tiene pequeñas hojitas sujetas de la misma ramita y cuando son tocadas por algún objeto, las hojas se repliegan al centro, como si estuvieran escapando al estímulo externo. Ese comportamiento fue asociado con el pudor y por esa razón se llama así.

Paco Calvo hace este tipo de demostraciones en foros públicos, además de su labor como investigador. Pero ese experimento ha sido ampliamente documentado y bastaría poner el nombre de la planta en YouTube para verlo con nuestros propios ojos. Algo adicional que hace el investigador es colocar la planta en una cámara con una dosis de anestésico. Luego, vuelve a rozar las hojas, pero en esta ocasión, las hojas no responden como si estuvieran sedadas como cualquier humano antes de pasar a una cirugía, por ejemplo. Tampoco utiliza el anestésico más complicado, incluso lidocaína aplicada en las raíces funciona.

Mimosa pudica no es la única que se comporta de esta manera, pero es una planta que se mueve muy rápido ante un estímulo, por lo que es evidente el efecto que manifiesta, como si estuviera “dormida”. Y si está dormida, ¿antes estuvo despierta? Por ello, el grupo de investigación se pregunta si en la posible ambigüedad de como conocemos la conciencia, las plantas no podrían manifestarla.

Si encontráramos que las plantas tienen una especie de conciencia, ¿cambiaría nuestra relación con ellas? Es decir, la manera en cómo las tratamos en casa, pero también los esquemas de producción agrícola, ¿serían consideradas éticas?

Así, transitamos entre la biología y la filosofía haciendo preguntas poco frecuentes con otras especies que siempre han estado ahí en nuestro entorno, pero sobre las que no siempre depositamos pensamientos de su forma de estar en el mundo. Y de pronto, la duda surge del pudor de una pequeña planta que deja de reaccionar cuando la adormecemos para que no “sienta”.

Fuente: Lawrence, N. (2022). The inner mind of plants. New Scientist, 255(3401), 38-41. 
https://doi.org/10.1016/S0262-4079 (22)01541-X

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