Conforme van transcurriendo los años del nuevo milenio, pareciera que los seres humanos manifestamos una mayor y geométrica diversidad de ideas, causas, ideologías, gustos, propósitos y despropósitos. Son innumerables las expresiones en torno a cualquier cosa con una aparente certidumbre cercana a la comprobación científica, vista como “el último paso de todo proceso de investigación que va desde el planteamiento de un problema, la formulación de una hipótesis, las consecuencias de ésta, las técnicas de comparación y contrastación para finalmente la comprobación; ya que esta última es la que determina la verdad o falsedad, así como la validez o invalidez de la solución propuesta en la hipótesis”. Así se comenta,  con esa certeza a través de las redes sociales,  muchos quienes expresan absolutamente cualquier pensamiento sin el menor límite, ni el menor atisbo de comprobarlo.

Lo más curioso es que, en este maremágnum de información, se desprenden posturas y posiciones que nutren criterios individuales o de grupo y se convierten en detonadores de acciones en contra o a favor de cualquier tema, generando con ello un contexto de mayor complejidad a todos aquellos problemas verdaderamente reales que sí afectan a la gran mayoría que conforma las sociedades de nuestro tiempo. Somos cada día comunidades que nos alejamos más de construir consensos y acuerdos que nos permitan hacer frente a esa lascerante realidad que son la inseguridad, la violencia, la desigualdad, la falta de oportunidades, etcétera.

Esta fotografía donde los dulces son reunidos por la fuerza del metal y en conjunto generan el peso y el contrapeso necesarios para un buen propósito, me invitan a pensar que así mismo hacen falta los liderazgos que, aún en la diversidad de colores y sabores, 
nos lleven a concentrar esfuerzos en resolver aquellas realidades que permitirán darle mayor energía a la esperanza de las próximas generaciones en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

Twitter: @GerardoProal

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