La frase “El trabajo es tan malo que hasta te pagan por hacerlo”, me causa una sensación de pesar y pena. Hace parecer el trabajo como una actividad abominable, pero irremediablemente indispensable.  Entiendo que para muchos, su situación laboral generalmente tiene un mal sabor de boca. Ofertas insuficientes, baja paga, malas condiciones es su área de trabajo, los pone en un peor escenario y poco atractivo. Pero entonces ¿cómo hace la gente a quien sí le hace feliz su trabajo? ¿Qué hacen diferente quien inclusive llega a pensar que seguiría haciendo lo que hace aún y que no le pagaran por ello?  A mi juicio, mayormente la solución está en la actitud y disposición que ponemos para disfrutar aquello a lo que nos dedicamos. Comparto la idea  “La felicidad no está en tener lo que se desea si no en disfrutar de lo que se tiene”.  Si día a día vivimos con prisa, agobiados con nuestras responsabilidades, entramos en un espacio sin control que no deja tiempo ni ganas de disfrutar y apreciar cada detalle la vida. Nos es tan fácil complicarnos la vida que volvemos difícil lo que en realidad es sencillo. Darle la vuelta implica agradecer por lo que recibimos a cambio de lo que hacemos. Y no me refiero sólo a la retribución económica, sino a los beneficios intangibles que trae a nuestra vida trabajar.  Desarrollar nuestras capacidades intelectuales, emocionales, profesionales. Dedicarnos a una actividad productiva que trae bienestar a nuestra vida, la de nuestra familia y a la de los clientes que consumen o utilizan lo que realizamos, etc. Bien dice Jorge Bucay “No hay que morir por el otro, sino vivir para disfrutar juntos”

El portal equiposytalento.com publicó una entrevista con Helena López-Casares, directora académica de la Escuela Superior de Inteligencia Corporal, ella habla sobre la Inteligencia Creadora. “Todos los seres humanos tenemos la capacidad de crear, por lo que podemos modificarnos y dominar nuestro propio destino. Para ello, debemos modificar nuestra manera de pensar. Darnos cuenta de que nuestra mente suele actuar como un disco rayado que reproduce las mismas pautas de pensamiento una y otra vez, lo que nos hace inflexibles o excesivos. Esta inteligencia crea desde el pensamiento positivo y abierto, llevando a la acción productiva desde la realidad, con la seguridad de que siempre puedo hacer algo más allá de lo que parece obvio. Está relacionada con la capacidad de tolerancia a la frustración. Esta capacidad me hace darme cuenta de aquello que me rodea y no me reconforta y me lleva a tener el arrojo de cambiar de perspectiva, formulando un objetivo atractivo, concreto, beneficioso, alcanzable y retador”.

Soy creador cuando:
• Me permito una curiosidad insaciable
• Cultivo los sentidos de la observación y contemplación
• Permito que mi experiencia se acompañe de ilusión, confianza, alegría y llevo a la práctica lo que voy aprendiendo
• Fluyo permitiendo que las cosas sucedan, de forma concreta y sin grandes dudas

• Busco equilibrio entre el pensar, sentir y actuar trabajando los 2 hemisferios
• Demuestro pasión por la vida, sus misterios, regalos y retos
• Trabajo sobre la tolerancia a la ambigüedad y a la incertidumbre.

Si después de estas opciones tu respuesta es “lo que pasa es que no me dedico a lo que verdaderamente necesito”, pierde el miedo, dale importancia a hacer aquello que se relaciona con tus talentos, acepta quien eres, cree en lo que haces y simplemente relájate y disfruta.

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