Qué tal mis queridos lectores, les mando un abrazo desde tierras cafetaleras, me sentí un parcero más el día que pude beber un tintico o comer unas buenas arepas, pero igual el comer las deliciosas tortillas o mi adorada torta de tamal no tiene precio.

Mi papá, oriundo de una provincia llamada Tolima, en Colombia, me enseñó a comer de una manera diferente, a consumir lo salado junto con lo dulce, mucho arroz y plátano macho; recuerdo cómo desde siempre se traían las pencas de machos a casa y el encargado de cocinar era el popular don Beto, músico de profesión y cocinero de corazón, uno de mis platillos favoritos es el tamal tolimense, una deliciosa y más que rica porción de masa con carne, pollo, zanahoria, arveja seca, papa y huevo duro en una hoja de plátano, acompañada de un rico chocolate caliente, es un deleite al paladar.

Mi madre, como en alguna ocasión comenté,  era buena para muchas cosas, pero  la cocina era de lo que menos sabía, (cuando me lea, de seguro no la veré hasta el siguiente año), ella aprendió el arte de la cocina al matrimoniarse con don Beto, quien le dijo cómo preparar el arroz con coco, otro platillo que siempre se ha comido en casa, acompañado de tajadas de plátano maduro, el buen don Beto y lo menciono bastante porque él era el catador de la comida en casa y, vamos, a pesar que la mayor gastronomía que se comía era de Colombia, nunca faltaron las tortillas que eran el  equivalente a las arepas, pero algo que sí nos mataba de placer era el pozole con carnita de puerco, siempre se preparó en casa para los eventos especiales, ya saben cumpleaños y demás. Pero es una columna de música que se ha aderezado con mucha comida y  para  no desentonar se comía escuchando música  mexicana, de Vicente Fernández, Javier Solís, Lucha Villa, Juan Gabriel, entre otros  grandes que, como lo recordó mi papá, esa música siempre llegó a  tierras cafetaleras y lo marcó, pues así  se volvió músico.

Él, hijo menor de siete hermanos en donde era el único varón, hijo de hacendado y   madre, ama de casa, una hermana negra (de la cual no se atrevió a preguntar porque su padre era medio arcaico y podría sufrir una buena paliza), raro ya que todos eran güeros y de ojo verde, nos enseñó el buen comer colombiano desde lo más tradicional y popular hasta lo más refinado, sin olvidar sus orígenes, buena comida y buena música eso es lo que se disfrutó siempre en casa. Me parece que entre comidas y chisme me pasé de hojas, así que a disfrutar; si tienen oportunidad coman y disfruten de la rica gastronomía colombiana,  soy el Pollo Rock.

@pollorockmusica

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