“Si enciendes una lámpara para otro, iluminarás tu propio camino”, proverbio budista. 


Hoy, que la vida nos obsequia la oportunidad de continuar viviendo, envío mis más cordiales y sinceros saludos con gran aprecio para mi público lector.

Y cuando pronuncio la palabra vida, hago énfasis en hacer una hipérbole de una institución que precisamente salva vidas, ese es su cometido, con ello estoy haciendo referencia a la Cruz Roja. Tengo la seguridad de que el 99.999% de mis lectores han escuchado sobre ella, pero ahora al concluir de leer estas líneas, ustedes podrán abonar a su capital intelectual al conocer más de cerca esta institución. Alguna vez se ha despertado su curiosidad por saber ¿cómo, cuándo y dónde se originó? Ahora,  eso yo se los diré e incluso haré un breve pero sustancioso recuento de cómo ha sido su trayectoria en México, nuestro amado país.

¡Tome nota!, ¡lo invito amable y efusivamente a hacerlo! El nombre Henry Dunant simboliza la fuente de lo que hoy en día conocemos como Cruz Roja, pues en un desliz del destino personal de este hombre, todo ocurrió, ya que él se encontraba muy ocupado con sus negocios en Argelia y viajó al norte de Italia, a una región llamada Solferino cuya batalla del mismo nombre pudo el mismo Dunant presenciar  y atestiguar cómo yacían 40 mil hombres lejos de toda ayuda. Su impresión lo marcó de por vida, y no es para menos haber sentido el pesar cuando socorrió a los mencionados heridos. Así que alistó a la población local para prestar su ayuda ante los desvalidos, reiterándoles que no debía importar a que bando de guerra perteneciesen, la prioridad era sacar de la emergencia a los atendidos. Poco después, sus ideas quedaron plasmadas en un libro de su autoría intitulado Un recuerdo de Solferino, por medio del cual, Dunant plantea lo que conforma la idea germinal de las Sociedades futuras de la Cruz Roja. Escribió, textualmente, “cuya finalidad será cuidar de los heridos en tiempo de guerra por medio de voluntarios entusiastas y dedicados, perfectamente calificados para su trabajo”. Desde un primer momento,

Dunant concibió las sociedades como entes neutrales, dispuestos a prestar ayuda humanitaria a quien la necesitara, independientemente de su raza, nacionalidad o creencias. Su idea la recogieron cuatro miembros de la Sociedad Ginebrina de Utilidad Pública que, junto con él, impulsaron el proyecto hasta la constitución formal en 1863 del Comité Internacional de la Cruz Roja.

Un año después, el Comité Internacional de la Cruz Roja logró, con el apoyo del gobierno suizo, convocar a una conferencia diplomática en la que 12 estados firmaron el Primer Convenio de Ginebra. En él se acordó:

1. Proteger a los militares heridos en campaña.
2. El carácter neutral y protección del personal sanitario y de los hospitales militares.
3. La adopción del emblema de la Cruz Roja sobre fondo blanco como símbolo protector.
4. El establecimiento de un comité permanente que se denominó “Comité Internacional de la Cruz Roja”.
5. La promoción internacional de sociedades de socorro.

En su homenaje cada año, el 8 de mayo, fecha de nacimiento de Henry Dunant, se celebra el Día Mundial de la Cruz Roja. Un dato no menos importante a destacar es que un día  13 de junio de 2012, la Cruz Roja fue galardonada con el premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional.

Ya comprendimos la razón que originó a la Cruz Roja, pero, ¿qué hay de la información acerca del caminar de la benemérita institución en México? Ahora les diré, por favor presten mucha atención: Primera brigada: Luz González Cosío de López.

Los días 27 y 28 de agosto de 1909, el norte de México se vio afectado por una serie de lluvias torrenciales, que ocasionaron graves desastres en  Monterrey, Nuevo León, y afectaron a más del 50 por ciento de la población, motivo por el cual la ayuda partió de la Ciudad de México el 3 de septiembre; al frente de la brigada y como responsable de los socorros, se designó al doctor Fernando López y a su esposa, Luz González Cosío de López, acompañados por un grupo de amigas filántropas, partieron con rumbo a la devastada ciudad de Monterrey, a donde llevaron víveres y ayuda humanitaria. Fue así como se constituyó la primera  brigada de la Cruz Roja Mexicana. A partir de entonces, la señora Luz Eréndida inició un arduo trabajo que vino a rendir frutos cuando el general Porfirio Díaz Mori expidió el decreto número 401, con fecha 21 de febrero de 1910, por el cual reconoce oficialmente la creación de la Cruz Roja Mexicana. Por lo anterior, Luz González Cosío de López es considerada la fundadora de esta organización.
¡Interesante! Y como sabemos, la Cruz Roja se sostiene en gran medida por las aportaciones que los civiles otorgamos para su causa, por medio de la cual la calidad de vida ante contingencias mejora sustancialmente. Así que no lo duden, cada vez que veamos en los semáforos a los voluntarios con su alcancía, donemos, también en la plenitud del siglo XXI y con los vientos de la tecnología a nuestro favor, podemos ingresar a la página www.cruzrojamexicana.org  y realizar nuestras aportaciones mediante la tarjeta de crédito o débito.

Además, la mayoría creo coincidiremos al pensar que como una de tantas experiencias de vida gratificante y nada aburrida sería la de participar como voluntarios de Cruz Roja.
Finalmente, espero que esta reflexión y lluvia de información haya motivado nuestro corazón para sumarnos, donar y participar con tan loable causa.
Por hoy, me despido y los espero la semana entrante. Mientras tanto, los dejo con mi acostumbrada frase: “¡Hasta siempre, me voy a ser feliz, haga usted lo propio!”

*Mtra. en Admon., periodista y presidenta 
de Fundación Arca, A.C.
comunicacionsocialarca@gmail.com
Twitter:@ochoa_a

Google News