La renuncia del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, el pasado miércoles 10, cerró una difícil negociación que tomó varias semanas, acaso meses. Los indicios resultantes, incluida una virtual “purga” de afines a él en áreas sensibles del gobierno, dan cuenta de una confrontación al interior del grupo gobernante, en pleno proceso para la sucesión en la Presidencia.

El señor Osorio, de acuerdo con información disponible, logró en esta negociación ser colocado en la posición uno de la lista para senadores plurinominales de su partido. Ello, más de un mes antes de que ese listado deba ser hecho oficial y entregado a las autoridades electorales. Regularmente, de entre los principales lugares de esa lista es seleccionado el siguiente coordinador de la bancada del tricolor en la Cámara Alta. Los nuevos senadores serán reelegibles una vez, por lo que podrán permanecer en sus escaños hasta 12 años.

Osorio también habría logrado amarrar diputaciones plurinominales para al menos dos figuras cercanas: Jorge Márquez, influyente colaborador por muchos años, y Nuvia Mayorga,  actual directora de desarrollo para pueblos indígenas. Lo que no pudo obtener fue la permanencia de otros leales en Gobernación. Y no está clara la suerte que correrán precandidatos para gobernadores y otros puestos de elección que venían recibiendo impulso desde Bucareli.

Todo ello tuvo de alguna manera, una expresión singular el mismo día, en tres actos diferentes:

Una orden que alcanzó a todo funcionario de algún rango en Gobernación dictó presentarse a las 10:00 horas de ese miércoles 10, en el patio central de lo que alguna vez fue el palacio de Covián. El propósito oficial era develar la placa alusiva a un aparatoso busto de Benito Juárez. Pero todos los concurrentes previeron que atestiguarían un acto de dramatismo teatral… mezclado con el estilo de un mitin priísta, pero sin gorras ni tortas.

Una multitud estimada en al menos 2 mil  personas (de los casi 65 mil empleados de la dependencia) aguardó bajo el sol dos horas hasta que Osorio Chong apareció flanqueado por los entonces subsecretario René Juárez y el oficial mayor, su verdadero brazo derecho, el citado Jorge Márquez Montes.  “Todos estamos orgullosos de trabajar con usted”, le dijo Márquez en nombre de una sofocada concurrencia que atestiguaba el adiós del que fue durante cinco años el político más poderoso del país después de Enrique Peña Nieto.

Osorio se dirigió acto seguido a Los Pinos, donde le esperaba otra despedida enmarcada con mensajes y aplausos. Pero ahí tanto Osorio como el mandatario aclararon que la renuncia formal del hidalguense aun estaba por ser presentada. No se sabe si se trataba de un mero formalismo, o si ambos tenían pendiente una conversación final. En sólo unas horas el dimitente acumuló dos discursos del adiós, en los que utilizó una veintena de veces las palabras “lealtad” e “institucional”.

En Gobernación, muy poco después de que Alfonso Navarrete Prida se hizo cargo de la titularidad, con el acompañamiento de Manuel Cadena como subsecretario del ramo (ambos parte durante décadas de la rancia clase política mexiquense),  se extendió la versión de que los principales funcionarios fueron citados en un salón de la sede central,  formados como en cuartel. Alguien les anunció que leería dos lista de nombres:  la primera con funcionarios confirmados en su cargo; la segunda, con quienes debían presentar su dimisión inmediata. El resto quedó “bajo observación”.

Fuentes cercanas a este procedimiento indicaron que Los Pinos supervisó directamente algunos relevos, lo que incluyó el Cisen, de donde salió una cercanísimo colaborador de Osorio, Eugenio Imaz, y en su lugar como director general fue colocado un peñista “duro”, Alberto Bazbaz, parte de la aristocracia de abogados priístas con enorme peso en el gobierno, lo que incluye al ministro Eduardo Medina Mora, al ex procurador y senador con licencia Raúl Cervantes y al ex consejero jurídico presidencial,  Humberto Castillejos, primo de aquél.

Al mismo tiempo se producía la remoción de un operador de Osorio en un área especialmente sensible: José Alfredo Rodríguez Calderón, que desde octubre de 2016 era responsable de los penales federales, a los cuales llegaron incondicionales del grupo del hidalguenses, que también copó múltiples posiciones en el gobierno federal,   asignadas quirúrgicamente por el oficial mayor Jorge Márquez, quien se convirtió en el álter ego de Osorio, al grado de conducir complejas negociaciones con gobernadores y políticos de todo signo, con poder para asumir pactos.

En marzo de 2015, a la llegada de Arely Gómez a PGR, Rodríguez Calderón asumió el segundo puesto en importancia como subprocurador de Asuntos Jurídicos, y empezó a reportar con Osorio y Castillejos Cervantes, a espaldas de su jefa, a la que tomó 14 meses poder deshacerse del personaje.

Es previsible que Osorio Chong busque conservarse como el hombre fuerte de la política en Hidalgo, a costa del actual gobernador priísta, Omar Fayad. Eso empezará a evidenciarse mañana lunes, cuando la precampaña presidencial de José Antonio Meade llegue al estado.

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