¿Es buena noticia la detención de capos como Servando Gómez La Tuta u Omar Treviño Morales Z-42? Indudablemente. Los capos detenidos son responsables de la tortura, degradación y muerte de miles de seres humanos. Resulta moralmente inconcebible que no se busque llevarlos ante la justicia. Es un deber irrenunciable del Estado perseguir a individuos que corrompen, intimidan, secuestran, extorsionan, torturan y matan.

¿Pero su captura podría generar más violencia? No necesariamente. Entre 2010 y 2011, varios investigadores creyeron encontrar una relación causal entre decapitación de bandas criminales e incremento de la violencia. La evidencia de los dos últimos años obliga a una revisión de esa teoría. Los homicidios no se incrementaron en Sinaloa tras la captura del Chapo Guzmán, ni en Ciudad Juárez tras la detención de Vicente Carrillo Fuentes.

¿No resulta inútil la detención o abatimiento de capos? ¿No son sustituidos por otros personajes iguales o peores? No siempre. Nadie tomó el lugar de Arturo Beltrán Leyva: la banda se fragmentó irremediablemente. Algo similar probablemente suceda ahora con Los Zetas y Los Templarios.

¿Entonces es buena noticia la fragmentación de los cárteles? En el largo plazo, sí. Desde una perspectiva de seguridad nacional, es preferible lidiar con bandas pequeñas sin capacidad para capturar tramos del gobierno federal. Pero en lo inmediato, esa fragmentación puede generar amenazas serias a la seguridad ciudadana. Guerrero, donde múltiples bandas pequeñas o medianas se disputan rentas criminales, es el ejemplo supremo de ese fenómeno.

¿Hay que ir entonces por los capos que quedan? Sí. Pero esa persecución tiene que complementarse con esfuerzos de construcción institucional en el espacio local y estatal. El Estado mexicano se ha vuelto bueno para cazar capos, pero sigue siendo malísimo para reformar su aparato de seguridad. Dada la evolución del submundo criminal, esa segunda tarea debe ser la prioridad para el futuro.

Nota: Agradezco a Jorge Fernández Menéndez por leer mis artículos. Se lo agradecería aún más si los leyera con atención. Hace dos semanas, en este espacio, me burlé de una declaración del secretario de Gobernación: “nuestro país está en los mejores niveles de seguridad de los últimos diez años” (http://ow.ly/K79Aq). Osorio no dijo, como afirma Fernández en su crítica a mi crítica, que “vivíamos la mejor situación de seguridad desde el 2007”: se refirió a los últimos diez años, es decir, desde 2005.

La afirmación del secretario Osorio es falsa por razones que presenté en el artículo, ninguna de las cuales rebatió Fernández. Pero si no le satisfacen mis argumentos, puede consultar los que ofreció sobre el tema el Observatorio Nacional Ciudadano (http://ow.ly/K7bMI). También puede revisar esta autopsia de la declaración en Animal Político (http://ow.ly/K7dC4).

¿Ha habido avances? Sin duda: los homicidios han disminuido 25% desde 2011. Algunas regiones han experimentado una mejoría notable en sus condiciones de seguridad (Chihuahua, Nuevo León, etc.). Pero de allí a afirmar que estamos “en los mejores niveles de seguridad de los últimos diez años” (o de los últimos siete) media un gran trecho.

Pero, bueno, es parte de su función hacer propaganda. Lo que resulta increíble es que un sesudo comentarista como Jorge Fernández la compre sin más. Eso sí, no lo alcanzo a entender.

Analista de seguridad. @ahope71

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