La utilización de las Ciencias del Comportamiento en el diseño de políticas públicas se ha convertido en una tendencia mundial, pero, exactamente qué son y para qué sirven.

Las ciencias del comportamiento incorporan los conocimientos de la economía y de otras disciplinas enfocadas en el estudio del comportamiento humano para enriquecer el entendimiento y la predicción en la toma de decisiones de las personas, a fin de que sean efectivas.

La economía del comportamiento junto con el uso de los métodos experimentales permite desarrollar soluciones viables, creativas y costo-efectivas; es por ello que en la actualidad existen 196 instituciones que están aplicando este método en políticas públicas, incluso existen oficinas dedicadas a esto, como Estados Unidos, Reino Unido, Singapur, India y México.

Los gobiernos desde las ciencias del comportamiento son impulsados a diseñar a base de hábitos, motivaciones y habilidades de las personas, de modo que es posible lograr que se alimenten de manera saludable hasta frenarlos de cometer actos de corrupción.

Dicho avance es importante porque permite improvisar menos y basarse en datos para construir intervenciones a la medida y con ello, optimizar el uso del recurso público, enfocado en lo que sí funciona, privilegiando la creatividad e innovación que hoy distingue a la juventud.

Es común escuchar hablar de cómo los gobiernos implementan obras destinadas a mejorar el bienestar de las personas, la cuestión es que es necesario que esas personas se involucren en las soluciones, y en una sociedad como la mexicana, en donde las personas no siempre tienen como prioridad participar, es fundamental entender sus motivaciones para lograr que lo hagan.

Y precisamente la Secretaría de la Juventud busca lograr que las y los jóvenes participen en la realidad social, económica y política del estado, para encontrar de manera conjunta soluciones innovadoras; por eso es importante alimentar nuestra sed de aprendizaje escuchando las prácticas que se realizan en otras partes del mundo.

Al respecto existen muchos ejemplos y en todos destaca la necesidad de lograr una burocracia participativa, que implica tener personas que realmente representen a la población en sitios importantes y con ello, corroboramos la relevancia de que la juventud tenga una voz en el gabinete del estado a través de la Sejuve.

En este camino, vislumbramos los retos en integrar a nuestras políticas públicas una gestión de la ciencia de datos que nos permita tanto generar información para los emprendedores que diseñan soluciones para las problemáticas del estado, así como modificar la manera en la que la juventud accede a nuestras convocatorias y servicios.

Como jóvenes buscamos métodos experimentales para desarrollar nuevas tendencias, nunca con el afán de suplantar las teorías tradicionales, sino más bien de complementar con nuevos hallazgos para entender la gestión pública e ir eliminando barreras

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