“La ciencia es a la vez demasiado seria y […] placentera como para ser dejada solamente en manos de los científicos”,  Lévy Leblond.

En el año 2020, el INE organizó una serie de conferencias en las que participó el Dr. Antonio Lazcano con “Ciencia y democracia: quo vadis, México?”; entre otras cosas, indicó que “la ciencia no es democrática, es participativa, y en esa participación existe un proceso de reflexión crítico tanto en la forma de conocer y describir los fenómenos naturales como en la manera en que las verdades se juzgan y son examinadas”.

Difícil sería refutar que la participación va construyendo la ciencia, aunque yo no dejaría de lado las condiciones políticas que posibilitan la participación. Es decir, el papel de la democracia en la construcción de la ciencia, para poder decidir que temas son los que consideramos relevantes.

El orador advierte como un problema el surgimiento de modas impuestas por países con un fuerte sistema científico que presiona a las estructuras de países con menor solidez para que se sumen a su corriente de desarrollo técnico-científico, en un esfuerzo posiblemente descontextualizado a las necesidades locales.

Al respecto, el investigador Jean Marc Lévy Leblond es más severo: indica que la ciencia tuvo pertinencia local en algún momento cuando estaba inmersa en la cultura pero que luego, al desligarse de esta, la ciencia actualmente está alienada. Y yo reflexiono que más que la ciencia, son, somos, las personas que trabajamos en ciencias las que corremos el peligro de estar alienadas.

El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología es el organismo encargado de dirigir el sistema científico en México. En su actual administración, el consejo ha tenido algunos cambios interesantes en cuanto a lo que se espera de una persona que hace investigación y quiere ser parte o permanecer en el Sistema Nacional de Investigadores. Por ejemplo, ahora se exige que las personas realicen actividades que contribuyan al acceso universal al conocimiento, y los productos de divulgación de la ciencia son uno de los elementos relevantes como probatorio.

Aún así, vislumbro un problema y es que justamente se promuevan los productos científicos a la sociedad de una manera acrítica, vertical y potencialmente reduccionista, atribuyendo posibles consecuencias tecnológicas que solo favorezcan a acrecentar la lista de promesas no cumplidas de la ciencia. En esta tensión, creo que hay un reto que podría ser seguido desde el análisis de discurso de los productos que se preparan para hacer comunicación pública de la ciencia y reconocer si realmente nuestra participación está dada por un proceso de reflexión crítica, como indica Lazcano, o como un acto panfletario y propagandístico, como advirtió desde el 2003, Lévy Leblond.

Fuentes:
Lévy Leblond, Jean Marc. Una cultura sin cultura. Reflexiones críticas sobre la cultura científica. 
https://bit.ly/3TJRi9f
Lazcano Araujo, Antonio. Ciencia y democracia: quo vadis, México? https://www.ine.mx/deceyec-cm38/
IG/TW: @chrisantics

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