Interlocutores de la Secretaría de Gobernación llegaron al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación con una preocupación: puede darse un choque institucional la noche del 6 de junio.

¿A qué se refieren? A un encontronazo público entre el presidente López Obrador, como cabeza del Poder Ejecutivo, y el Instituto Nacional Electoral. Sería el clímax de largas diferencias que fueron creciendo conforme avanzó la contienda.

Pero no hay más detalles. Hablar de “choque institucional” desata la especulación: es usual que el presidente ofrezca al terminar la jornada electoral un mensaje muy sobrio, muy institucional, nada partidista, resaltando que se pudo votar en paz, que las elecciones salieron bien, que hay que estar al pendiente de las autoridades electorales y sus resultados, etcétera…

Pero este presidente ha sido un especialista en romper los moldes y quebrar toda institucionalidad. ¿Estará pensando en salir a dar esa noche un discurso más como líder de partido que como líder de un país plural? ¿Saldrá desde una cadena nacional a descalificar la elección si no le va bien, o a aceptar la validez de los comicios donde ganó su partido pero impugnarlos donde haya perdido? ¿Se volverá “el gran impugnador”? ¿Estará pensando en salir a dar sus propios resultados, descalificar al INE y este es el “choque institucional” que temen en Gobernación? ¿O se ceñirá, cuando menos ese día, a las buenas prácticas democráticas de no meterse?

No estaría nada mal que el presidente transparentara qué piensa hacer esa noche. Y que lo cumpliera.

Lo cierto es que los puentes de diálogo están ya abiertos entre la Secretaría de Gobernación, que se asume como un ala más moderada que Palacio Nacional,y el Tribunal Electoral federal, que se asume como un ala más moderada que el INE.

A ver qué pasa esa noche… o a la mañana siguiente.

SACIAMORBOS

1.- La farsa de la “inhabilitación” de la empresa del hijo de Bartlett: ya se supo que en este año ya le dieron al menos cuatro contratos por 28 millones de pesos. Así le agradecen que le haya vendido al gobierno ventiladores Covid inservibles y a sobreprecio.

2.- Nomás no hay que olvidar que un frecuentemente referido financiador de las campañas obradoristas es Carlos Lomelí, convertido en el “coopelas o cuello” de la 4T tras las revelaciones de que vendió precursores químicos al cártel de Sinaloa. Entonces, ¿quén pompó campañita, quén pompó?

3.- ¿Será cierto que opera desde hace varios meses un “cuarto de guerra” también a favor del canciller Ebrard, para defenderlo de los ataques por la Línea 12? ¿Y que está ubicado en la colonia Del Valle? ¿Y que todo, todo, todo sea por la sucesión…?

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