Desde finales de octubre, caminar por los (super)mercados se convierte en una travesía del consumo cultural. En el pasillo seis encontramos todo para tu “Halloween” y para el “Día de muertos” y en el siete, un “Santa Claus” bailando al estilo “Dr. Simi”. Difícil escapar de esa fragancia emulsificadora entre el olor a cempasúchil y el olor a… ¿a qué huele la navidad?

Hace algunos días entré a una tienda cuya fragancia me dejó una sensación agradable. “Huele a navidad”, pensé. ¿Es la navidad algo que huela? Quizás, como representación de una serie de elementos que despiden olores y que son parte de rituales más  o menos normalizados. En realidad, aquella tienda olía a pino y al seguir la fragancia, me encontré con un arbolito de navidad… de plástico.

Y ese simulacro de árbol hecho de policloruro de vinilo se encontraba acompañado de un atomizador con olor a pino.

El olfato depende, entre otros elementos, de una condición biológica para detectar sustancias de una naturaleza  química que se difunden en el aire que respiramos. Por ejemplo, las cetonas son compuestos que suelen poseer aroma, como es el caso del producto que se usa para retirar esmalte; pero cuando las cetonas (así como ésteres y aldehídos) poseen en su estructura química de más de cuatro carbonos, su aroma suele ser frutal. Podemos sintetizar acetato de isoamilo y olerá a plátano mientras que acetato de octilo olerá a naranja. También otros compuestos orgánicos de estructura más compleja provocan olores, como el terpeno alfa-pineno que quizás intuyas su fragancia.

Todos estos productos son resultados de la industria de la química orgánica, inaugurada en 1928 por el químico alemán Friedrich Wöhler, quien sintetizó urea que no es un compuesto particularmente raro pues lo encontramos en la orina. El significado del trabajo de este químico fue lograr lo inconcebible para su época: producir sustancias orgánicas en un laboratorio. Wöhler desmontó la teoría del vitalismo que indicaba que solo lo vivo podía producir este tipo de sustancias como parte de sus procesos internos y no como un proceso de manufactura artificial.

Así me encontré con un pino que no era un pino, rodeado de olor a pino que no salió de un pino y sin embargo, yo no puedo decir que no huela, simbólicamente, a navidad. Y reflexiono sobre los símbolos que son empacados y distribuidos, quizás estos constituyen una colección de algo así como la traición de los olores.
 @chrisantics

Fuente: Colorado Peralta, R., Rivera, J.M. (2014) La química del olor.  Disponible en: https://www.uv.mx/cienciauv/blog/quimicadelolor/

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