Resulta que uno va por la vida disfrutando de ella, o padeciéndola según sea el caso, y de repente, se enamora. Viene la etapa del noviazgo y sientes tanta conexión con esa persona, que no te imaginas la vida sin ella, y estás dispuesto a dar el siguiente y gran paso: el matrimonio.

Por supuesto que esta etapa es maravillosa, pero nada sencilla. Hay que trabajar arduamente para emprender exitosamente un nuevo camino juntos.

El amor, la confianza, la consideración, la gratitud, son la base, pero también lo es, tener reglas claras, las negociaciones cotidianas, el mantener tu individualidad dentro de la conformación de una nueva familia…  Y aunque no lo creas, hablar sobre el tema del dinero, que no sólo es importante, sino una de las mayores pruebas de fuego.

A veces estos tópicos nos resultan incómodos, no se analizan o se dejan pasar a un segundo plano y terminan siendo una de las principales causas del divorcio en México.

De entrada, de acuerdo con los datos más recientes del Inegi, en los últimos años el número de divorcios ha aumentado en relación con los matrimonios, al pasar de 15.1 divorcios por cada 100 matrimonios en 2010 a 28.1 en 2017.

Así que si la decisión ha sido tomada, no permitamos que terminemos agrandando la cifra de las relaciones que no funcionaron.

Por eso es importante que las parejas hablen de finanzas no solo después de casarse, sino desde la etapa previa.

No solo hay que imaginar en dónde viviremos, cuántos hijos nos gustaría tener, cómo se llamará nuestra mascota… sino en cómo seremos financieramente estables, cómo ahorrar o invertir. El hablar de dinero es clave para que una relación sea estable y duradera, sin embargo, 9 de cada 10 parejas no cuentan con un plan financiero.

Hay quienes después de casarse descubren que tienen metas financieras completamente distintas o que sus parejas son un total desorden en sus cuentas. Debemos empezar a platicar de estos temas desde etapas tempranas, porque al igual que la comunicación, y el amor, la planeación es clave para el éxito en pareja.

Y no hay que irnos más lejos, cuando decidimos casarnos involucra no solo tomar la decisión y decir que sí. Sino ser conscientes de todo lo que involucra, y de lo que cuesta, no solo la boda y el anillo. Los verdaderos gastos inician en cuanto despertamos del sueño mágico de la vacación lunamielera.

¿Sabemos cuánto gana nuestra pareja? ¿Dónde vamos a vivir?  ¿Casa rentada o comprada? ¿Cómo se van a distribuir los gastos? ¿Qué seguros compraremos?  ¿Y el plan de ahorro?

Hagamos cuentas, el precio de un anillo de compromiso es muy variado, debe además basarse en la situación financiera personal y depende incluso de qué material es, pero tomemos el caso de uno de oro blanco entre 3 mil y 5 mil pesos.

Viene la planeación de la boda, el lugar de evento, el banquete, el vestido… Claro que es necesario elaborar un prespuesto para saber con cuánto cuentan, comparar precios de proveedores. De acuerdo con la Condusef en promedio una boda oscila los 108 mil pesos.

Si a eso le añadimos la luna de miel, entre 20 y 30 mil pesos, ¿estamos dispuestos a gastar toda esa cantidad de dinero? Solo hay que considerar que no se vale adquirir deudas para costear esto. Porque sino no solo llegamos en cero a nuestra nueva etapa, ¡sino endeudados!

Debemos estar conscientes que los imprevistos pasan, y lo ideal es tener un fondo que más allá de los gastos diarios, pudieran ayudarnos en situaciones de emergencia, como algún tema de salud.

Al casarnos es necesario establecer metas financieras, platicar mucho al respecto, poner prioridades; uno siempre va a querer un mejor auto, una casa, pero hay que considerar si estamos en el mejor momento para adquirirlo, y las decisiones tienen que ser en conjunto.

El matrimonio va pasando por diversas etapas, no es lo mismo empezar a vivir juntos, que cuando ya llegan los hijos, y cuando van creciendo estos. Pero lo cierto es que esta primera fase es crucial para ir entretejiendo acuerdos, se pueden permitir el ensayo error, hay retos y muchas oportunidades, pero todo con el objetivo de alcanzar una estabilidad financiera que permita dar cimientos suficientes para el resto la vida que los espera.

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