Campañas contra encuestas
Una pérdida de tiempo abrir discusiones sobre las encuestas, debatir si son o no acertados sus números y si están o no “canteadas” a uno u otro lado.
Las últimas seis encuestas que sobre preferencia electoral se han realizado en el estado y en el municipio de Querétaro nos muestran —grosso modo— que el Partido Acción Nacional (PAN) cuenta con una presencia lo suficientemente fuerte en el electorado como para poder afirmar que se encuentra en primer lugar en la intención de voto de los ciudadanos queretanos.
Números volátiles. La misma medición de las encuestas electorales refleja que el Movimiento Renovación Nacional (Morena) crecerá sustancialmente su votación al grado de estar en posibilidad de alcanzar 12-13 puntos porcentuales de los sufragios que se emitan el próximo domingo 1 de julio.
En tercer lugar está el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y sus aliados, con un promedio de intención de sufragio de 10-11 por ciento.
Si estos resultados de encuestas locales los cruzamos con los de encuestas de carácter nacional, las cifras son diferentes.
Estas últimas colocan a Morena en primer lugar de las preferencias electorales con 40 por ciento, seguido por la alianza del PAN con el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC) con 29 puntos porcentuales y, en tercer lugar, el PRI coaligado con el Partido Verde Ecoligista de México (PVEM) y el Partido Nueva Alianza (NA) con 23 puntos.
Solamente en caso de mantenerse las tendencias, podríamos prefigurar un escenario electoral nacional diferente al que se configurará en el estado de Querétaro y en el municipio capitalino.
Sin embargo, está claro que los números no son estáticos y que es la decisión de los electores la que inclinará la balanza hacia cualquier lado.
Recordemos que en las dos contiendas presidenciales anteriores, Andrés Manuel López Obrador punteaba en las encuestas, pero no ganó. Por el contrario, recordamos también que Felipe Calderón Hinojosa iba en segundo lugar en las encuestas por casi 15 puntos porcentuales de diferencia con el primer lugar, pero, a final de cuentas, ganó.
En el caso particular del estado de Querétaro tenemos presente que en las dos ocasiones que compitió como candidato a gobernador, Fernando Ortiz Arana era colocado en primer lugar de las encuestas, pero perdió ambas contiendas.
Más allá de las encuestas. Si coincidimos en esta idea —de que los números de ahora no serán necesariamente los números el día de las elecciones— también coincidiremos, entonces, en que es fundamental lo que hagan o dejen de hacer los candidatos y los partidos políticos durante el periodo de campaña.
Por eso pienso que resulta una pérdida de tiempo abrir discusiones sobre las encuestas, debatir si son o no acertados sus números y si están o no “canteadas” a uno u otro lado.
Es mejor echar un ojo a lo que hasta ahora ha sucedido, sin que esto signifique que así seguirá, pero que nos ayuda a visualizar la base en la que se sustenta el inicio de la contienda comicial.
Por ejemplo, tengo claro que el PAN es una “marca” muy arraigada en Querétaro; es decir, que mucha gente vota por este partido sin importar sus candidatos. Así lo demuestra su permanencia en el gobierno del municipio de Querétaro por espacio de 15 años y su triunfo en elecciones de gobernador en tres de las últimas cuatro contiendas.
También está claro que la fuerza que ha tomado López Obrador a nivel nacional tendrá un efecto positivo para los candidatos de Morena en tierras queretanas. Su crecimiento electoral (al menos por lo que vimos en los últimos comicios del Estado de México) nos plantea esa posibilidad.
El PRI tiene “bastiones” electorales (como el municipio de San Joaquín) aunque acumula varias derrotas en los últimos años, sobre todo en la capital del estado y en Corregidora, que suman casi 50 por ciento de la votación.
Hacia la campaña. Por eso es clave el periodo de 45 días de campaña, para que los candidatos traten de convencer a los electores de que ellos son la mejor opción de gobierno y, por ende, modifiquen o consoliden su tendencia. Por eso, más que hacer caso a las encuestas, hay que escuchar a los aspirantes.