Ser un ciudadano es algo más que participar en las elecciones y después esperar que los gobiernos emanados de ellas resuelvan todos los problemas que experimentamos como sociedad. Tenemos la obligación de ser más participativos, de reflexionar para decidir sobre cuál es el futuro que estamos buscando para nuestra comunidad y proponer acciones, para que podamos construir, juntas y juntos, ese futuro.

Nuestro mundo cambia cada vez más rápido, las sociedades evolucionan, crecen, y tienen necesidades cada vez más complejas para poder mantener el nivel de vida de sus habitantes. Cerrar los ojos al futuro, a la evolución y a los cambios, no garantiza que todo se mantenga igual e inalterado, por el contrario, garantiza que seamos cada día más obsoletos y que nos atrasemos en el camino del desarrollo.

Las personas que nacimos en las últimas décadas del siglo pasado, probablemente nunca imaginamos que los teléfonos que teníamos en nuestras casas evolucionarían para convertirse en aparatos que portarían la mayoría de los habitantes de la tierra; y que además de comunicarnos servirían para formar comunidades digitales, guardar información, divertirnos, hacer compras, transacciones bancarias, y un cada vez más largo etcétera.

Este es un ejemplo de que el futuro no nos espera, llega y  trae consecuencias para nuestra vida diaria. Tenemos la obligación de estar preparados para que este futuro sea lo más benéfico posible y no un cambio que nos tome desprevenidos, sin desarrollar las condiciones para aprovecharlo en lugar de sufrirlo.

Debemos estar conscientes de que construir el futuro que queremos conlleva sacrificios y nos obliga a desarrollar nuestra capacidad para adaptarnos. Esa es la clave de la evolución: los sujetos que sobreviven no son necesariamente los más fuertes, sino los que mejor se adaptan al cambio.

Esto hace necesario frenar la apatía y convertirnos en agentes de cambio, sabiendo que esto en ocasiones nos llevará a hacer esfuerzos y a luchar para aptarse, crecer y evolucionar. Para lograr esto, la sociedad no puede estar desvinculada de sus representantes, y no solo como acompañantes que aprueben o desaprueben sus acciones, sino también como críticos que orienten el actuar de los gobiernos hacia ese futuro común deseado. El cambio es seguro, lo importante es la actitud que tomemos hacia él.

El crecimiento de las ciudades, el uso de energías limpias, los vehículos eléctricos, los desafíos del cambio climático y del uso de recursos naturales, entre muchos otros desafíos, van a implicar salir de la zona de confort para construir los escenarios futuros más deseables y para obtener los mejores resultados.

El futuro será nuestro espacio común, y para mantener y mejorar nuestra calidad de vida necesitamos tomar al toro por los cuernos y gestionar los desafíos que nos traerá, aprovechando las experiencias y la capacidad de la ciudadanía, de las instituciones, de las diversas comunidades, de los grupos de interés y de todos los sectores sociales. 
Y como decía al principio, necesitamos convertirnos en ciudadanos cada vez más participativos, en lo individual y en acción colectiva.

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