El próximo viernes termina el 2021. Un año lleno de contrastes, claroscuros, debate y cambios.

Después de la vorágine vivida en el 2020 por la pandemia del Covid-19, así como por la crisis económica, el 2021 representaba una nueva oportunidad, el punto de inicio para la reactivación, para regresar a nuestra normalidad.

De entrada, como país, nos tocó reinventar nuestra relación con los Estados Unidos, ante el inicio del gobierno del presidente Joe Biden.

Una relación dispar, donde han existido notorias diferencias frente a varios temas como: la migración, la inseguridad, el cambio climático o las relaciones comerciales. Una relación incipiente en la que aún no permea la confianza de otras épocas.

En el plano interno, el Presidente de la República ha forzado los equilibrios de poderes. En varias ocasiones puso en entredicho a la Suprema Corte de Justicia con temas como la Ley Saldívar o la revocación de mandato. La Corte sufrió un desgaste innecesario cuando, como máximo órgano jurisdiccional, le corresponde ser el punto de equilibrio entre las instituciones.

También, el embate a los organismos constitucionales autónomos se fue intensificando. Una tendencia reduccionista en donde el INE fue quien recibió el mayor golpe al finalizar el año, con una contracción importante en su presupuesto. Ahora, la legitimidad del INE está en entredicho, ante la exigencia de ejecutar una revocación de mandato que, financieramente, se ve compleja y difícil.

Asimismo, en el 2021 se vivió una de las catástrofes más graves para la sociedad mexicana: el accidente de la Línea 12 del Metro en la Ciudad de México. Un terrible acontecimiento que, por un “error técnico” o negligencia, costó la vida de cientos de personas y puso en riesgo la integridad de muchas otras. Aún seguimos esperando a que se determine quienes son los responsables.

Por otro lado, vivimos un proceso electoral sui generis, diferente a cualquier otro, en el que las campañas se tuvieron que realizar a distancia. Sin duda, las redes sociales y los medios digitales tuvieron un papel protagónico. Un proceso lleno de contrastes, debate y, sobre todo, posiciones antagónicas.

De igual forma, el 2021 fue un año histórico para muchas personas que, por décadas, han buscado y luchado por la igualdad y el reconocimiento de sus derechos, me refiero al reconocimiento del matrimonio igualitario en Querétaro y otros estados de la República.

De esta manera, como lo veamos, el 2021 se va y deja huella como uno de los más característicos de nuestra historia. No obstante, y en la antesala del 2022, vivimos un momento crucial como sociedad y seres humanos. El momento de planear y definir nuestro futuro.

Por eso, en estas fechas te invito a la reflexión y la concordia; a que hagamos un balance de lo bueno y malo pero, sobre todo, a que valoremos lo importante: que estamos vivos, sanos y con nuestros seres queridos. Si acaso sufrimos alguna pérdida, es momento de buscar la redención y el consuelo en las bendiciones que nos rodean. Valoremos cada instante y disfrutémoslo como si fuera el último.

Por mi parte, a ti y a mis amigos de EL UNIVERSAL, les mando un fuerte abrazo, deseándoles lo mejor en estas fechas y para el próximo 2022.

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