“La vista llega antes que las palabras (...) La vista establece nuestro lugar 
en el mundo circundante; explicamos
 este mundo con palabras, pero las
 palabras nunca pueden anular el hecho
 de que estamos rodeados por él”. 
John Berger

Modos, formas, maneras, así en plural. Pues la mirada que se construye sobre algo, sobre alguien, nunca es exclusiva sino diversa. Y cada una, cada forma de percibir y atrapar una realidad hace visible el conjunto de imágenes, de elementos que selecciona no sólo el ojo, sino también nuestro pasado y nuestro interés en el presente, en este presente en el que coinciden los modos de ver en la ciudad.

Entonces, ¿cómo vemos en las ciudades? ¿cómo seleccionamos los espacios en los que decidimos habitar? ¿en qué momento esas miradas se cruzan o se desencuentran? ¿a partir de qué visibilizamos nuestras realidades?

Al recorrer por primera vez una zona hasta el momento desconocida, lo primero que hacemos es escanear lo más que podemos del entorno para encontrar referentes que nos arrojen indicios de fácil reconocimiento por si nos llegásemos a extraviar. Nuestros ojos y cerebro se convierten entonces en esa memoria del dispositivo que va almacenando datos, recorridos, direcciones, colores, dimensiones; pero el cerebro no registra todo, sería imposible lograr eso, en esta selección se está definiendo el modo en el que se quiere registrar esa realidad atrapada, aprehendida.

La casa que habitaremos la escogeremos no sólo por el factor monetario que determinará nuestro nivel de liquidez, renta o crédito; sino también por sus dimensiones, conexión rápida con los servicios cotidianos o la proximidad con las actividades de nuestro presente.

En un jardín o plaza de una ciudad, las miradas se cruzan, unas se encuentran, otras se enfrentan. Quienes llegan con la intención de vender algo, verán a la plaza como un espacio para el comercio, pero también como disputa del territorio. Aquellos que se aprovechan del lugar como espacio social de reunión, deciden predicar su religión para adoctrinar al otro. Hay otros para los que su modo de ver lo construyen en la rutina en la que todos los días se encuentran para fumarse un cigarro y platicar con los de siempre, ver a los de siempre, reunirse con los de siempre; la plaza se transforma en su lugar de encuentro. Algunos llegan ajenos, sin una mirada específica. En cambio, hay quienes no reconocen ese lugar como su fin último, la transitoriedad los coloca sólo como testigos efímeros. Pero para otros, es el espacio físico que recorren a diario con la escoba y van limpiando los restos, los rastros de todas las demás miradas que allí se encontraron el día anterior.

Mi modo de ver la ciudad se compone más de mi pasado que de mi presente. Tengo una relación compleja con las calles, con los espacios, con los edificios y esquinas de esa realidad, mi pasada realidad en esta ciudad. En ella los cuerpos se acomodan, se reconfiguran para convertirse en escenas. Se transforman en cuadros que contienen narrativas, lenguajes precisos para ser descifrados. En mis escenas, los personajes se ven, se reconocen, con la misma distancia o proximidad de un lado u otro. Y pareciera que todos estos fragmentos,  todos estos cuadros, los he dispuesto en exhibición en una amplia sala con distintos matices de iluminación y protagonismo, para que todo aquél externo a la reconfiguración de mis narrativas, recorra las salas, se adentre en los espacios y tal vez, sólo tal vez, se reconozca en alguna imagen construida por mí.

Pero nada es estático. Nada permanece nunca igual, hasta el polvo modifica el brillo y nitidez de la superficie. Hasta los pasos del visitante irrumpen en el equilibrio establecido del lugar (mi lugar, mi ciudad, mi modo de ver). Así, todas esas imágenes y escenas serán descolgadas de los muros de la memoria para guardarse en bodegas y los espacios vacíos serán nuevamente ocupados por otra selección de nuevas composiciones que habrán de disponerse de manera específica para ser vistas, ignoradas o reemplazadas.

Mi modo de ver depende más de mi pasado que de mi presente, y el futuro no alcanza a colocarse aún en este guión.

Contacto: Twitter @CDomesticada
Piedad es artista visual con maestría en Diseño
 e Innovación en Espacios Públicos. Actualmente es profesor de cátedra en el Tec de Monterrey campus Querétaro.

Google News