Los gobiernos de los últimos 60 años, incluido el actual, nos aportan aprendizajes que requerimos poner en práctica para transformar nuestra realidad y lograr el México que queremos.

Entre los aprendizajes se encuentran los siguientes:

- Ya sabemos lo que no queremos: frivolidad, soberbia, insensibilidad, corrupción, mentira e incompetencia de nuestros gobernantes. Tampoco queremos amos o tutores, puesto que no somos propiedad o súbditos de nadie.

- Trabajar unidos en la definición del país que hoy nos toca construir. Un mejor México es responsabilidad de todos los mexicanos, no de unos cuantos. Sólo la participación de la sociedad en las tareas del gobierno, pondrá fin a la inmoralidad, polarización, maniqueísmo, cinismo, hipocresía e indolencia de que han hecho gala algunos gobernantes.

- Requerimos formar liderazgos fuertes que nos involucren. La democracia representativa debe complementarse con la democracia participativa. Ello implica fortalecer y ciudadanizar instituciones —promoviendo su autonomía— para el seguimiento, la supervisión y hasta el control del quehacer gubernamental.

- El bien común al que aspiramos, incluye a todas las personas y sectores, de manera armónica, de suerte que sus legítimos intereses estén representados en la toma de decisiones del gobierno. Hace falta empoderar a la sociedad y desterrar, en el corto plazo, el clientelismo electoral y la dádiva para manipular y controlar a distintos sectores.

- Los partidos políticos como fines en sí mismos, son caducos. Su agenda política y sus intereses no pueden ser otros que el bien de la ciudadanía. Al formar parte de las instituciones de interés público (Congreso de la Unión), su desempeño precisa ser auditado y supervisado por especialistas y por grupos sociales.

- Revisar y actualizar el marco legal y jurídico para en todo momento brindar seguridad, certeza, legalidad, equidad y justicia a los mexicanos en el ejercicio de sus derechos y deberes, constituye una necesidad imperiosa. No podemos transformar la realidad con disposiciones obsoletas, atadas a intereses de grupos.

- El desarrollo no se construye en un sexenio, por lo que los proyectos de largo plazo deben revisarse y ajustarse periódicamente.

- Si buscamos la viabilidad de un proyecto de desarrollo participativo, los pilares son cinco: familia, educación, salud, trabajo y justicia. De ninguno se puede prescindir. Todos son prioritarios. La moralidad en la vida social, la vigencia de los derechos humanos y sociales, son los ejes transversales de esta propuesta a la medida del ser humano. Un México más unido, justo, libre y humano es la prioridad a lograr.

Este 2021 abre una ventana de oportunidad para democratizar la Cámara de diputados, crear nuevos equilibrios y transformar a las instituciones dentro de un Estado de Derecho. Lo importante es votar sólo por aquellos candidatos y partidos honestos que hagan suya la agenda ciudadana, involucren a la sociedad en sus decisiones y acepten ser supervisados. Seamos ciudadanos, no súbditos. Como estableció San Agustín: “Todo gobierno tiene como único objeto el bien de los gobernados”, lo que obliga a las autoridades a desechar la demagogia, el populismo y la visión autoritaria que priva en estos días donde la desinformación, la manipulación y las acusaciones sin fundamento generan bolas de humo que impiden a los ciudadanos conocer la penosa realidad que hoy vive nuestra nación.

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