Una de las partes más gratificantes de la actividad política, cuando se realiza con vocación y verdadero espíritu de servicio, es la oportunidad de convivir de forma cercana con gente de diferentes lugares, entornos y edades, para conocer de primera mano sus necesidades, realidad y opiniones

Sin duda, muchas de las experiencias más gratificantes de convivencia con personas, se da cuando esta se realiza con jóvenes, el sector de la ciudadanía que conjuga atributos tan importantes como el ímpetu para aprender y adquirir cada vez más información que les permita cimentar un futuro exitoso y que, por lo mismo, generan una interlocución honesta, ávida de conocimiento y plena de expresiones novedosas que también nos enseñan sobre su visión de vida.

Durante los continuos recorridos que he tenido oportunidad de hacer a lo largo y ancho de Querétaro, me ha tocado vivir muchas de esas experiencias con la juventud de nuestro estado, personas muy valiosas que con su dedicación para la escuela o para el trabajo, buscan mejorar su realidad personal y la de su entorno, con esfuerzo y mucha aplicación.

En lo personal, soy un convencido de que lo mejor que tenemos en Querétaro es nuestra gente, y que, dentro de ella, los jóvenes ocupan un lugar especial ya que, a diferencia de lo que dicen muchos, no son “el futuro”, son el presente del estado y del país, porque son el motor que mueve la transformación que ya avanza por nuestra nación y pronto logrará consolidarse en todas partes.

Esa juventud conoce perfectamente la importancia de su participación en la vida pública del estado y de la nación porque, más que nadie, han sido testigos de que el cambio es posible y que los malos gobiernos durante los cuales nacieron, pueden ser remplazados para mejorar, como se logró a nivel nacional en 2018. Ellas y ellos, saben lo que más les conviene y tienen clara la diferencia entre las políticas que afectan o ponen en riesgo su educación, su trabajo y su desarrollo futuro, y las que buscan brindarles igualdad de oportunidades para crecer.

Por eso, lo que no se puede hacer con la juventud de Querétaro y de todo México, es omitir su importancia en el contexto social, como lo hicieron durante tanto tiempo quienes aseguraban que les servirían y no lo cumplieron. Hoy, el compromiso debe ser, además de escucharlos, atenderlos y buscar opciones que nos permitan mejorar sus condiciones de vida y brindarles más oportunidades.

En ese sentido, los números son claros. En el estado, hasta el año pasado, de acuerdo a datos de la Coespo, contamos con una población de 606 mil 592 jóvenes entre 15 y 29 años. En materia educativa, 91 mil 686 de ellos cursaban la educación media superior y 95 mil 818 la educación superior, es decir, 187 mil 504 mujeres y hombres  en ese rango de edad se encuentran estudiando. En el ámbito laboral, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo ENOE, trabajan hasta la aplicación de la misma en Querétaro, 229 mil 821 jóvenes entre  los mismos 15 y 29 años.

Si consideramos que, de acuerdo a la misma fuente, el 63% de los jóvenes que no trabajan forman parte de la comunidad estudiantil, podemos definir que existe aún un déficit educativo y laboral para el sector, que habrá que atender para mejorar las estadísticas y poder asegurar que las oportunidades se han ampliado.

Por esa y muchas más razones, el trabajo que se realice a favor de la juventud debe ser uno que adopte muchas de las características más positivas que nos ofrecen sus integrantes. Es un trabajo que hay que realizar con ánimo, con ganas y con el aguante que ellos irradian, para empezar a cambiar su realidad que, en poco tiempo, será la realidad de todas las personas y de las generaciones que les sigan.

Estoy seguro de que es nuestra responsabilidad cimentar ese espíritu de cambio desde la más temprana edad, porque ahí es donde se forma a las y los ciudadanos y se siembra la semilla de la transformación, con la visión a largo plazo que necesitamos para Querétaro y para México y, precisamente, porque es necesario que estas generaciones crezcan sabiendo que otra forma de vivir es posible, con mejores condiciones de vida, con más opciones de estudio y de trabajo, que es lo mínimo que se merecen.

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