Annie Ernaux: una vida de ficción | Querétaro

Annie Ernaux: una vida de ficción

Araceli Ardón

Con los sentidos abiertos a la realidad que la rodeaba, describió escenas de la vida cotidiana en su primer libro, Los armarios vacíos, publicado en 1972.

Hay quienes escriben sobre lugares que no conocen, crean personajes verosímiles, les hacen decir parlamentos nacidos de la imaginación y se atreven a inventar mundos alejados de su propia realidad. Hay autores que investigan sobre nuevos dispositivos tecnológicos para hacer que los seres imaginarios nacidos de su pluma los utilicen en un futuro incierto, sólo posible en sus páginas.

También hay mujeres y hombres que han hecho de su propia vida un libro de ficción. Tal es el caso de Annie Ernaux, la escritora francesa que ha sido elegida para recibir el premio Nobel de literatura 2022.

Esta mujer de 82 años es miembro de la clase obrera, creció en barrios de gente trabajadora. Con los sentidos abiertos a la realidad que la rodeaba, describió escenas de la vida cotidiana en su primer libro, Los armarios vacíos, publicado en 1972. Desde entonces ha publicado muchos títulos.

El premio Nobel de literatura consiste en diez millones de coronas suecas, es decir, 18 millones cien mil pesos mexicanos, más de 920 mil euros. Una suma que, por lo regular, llega a los bolsillos de personas cuyos asuntos económicos están resueltos. Quedan por enfrentar los retos de la salud física, mental y emocional. Algunos sueños no se han cristalizado. La mayor parte de los ganadores del Nobel en ciencia dedican el dinero a experimentos científicos, compra de equipo para laboratorios y financiamiento de las universidades o centros de investigación. Los escritores apoyan a fundaciones, establecen becas, dedican fondos a la difusión del trabajo de sus colegas, enriquecen bibliotecas.

Los miembros del jurado determinaron entregar el premio a la francesa “por la valentía y la precisión clínica con la que desvela las raíces, los extrañamientos y las trabas colectivas a la memoria personal”. 

Leer esta noticia me llena de emoción. Me fascina el género de la autobiografía, en ocasiones visto por encima del hombro por parte de los expertos en literatura, las editoriales e incluso el mercado. Las memorias forman un río caudaloso, capaz de regar y nutrir muchos otros géneros: novela, cuento, guion de cine, libreto teatral. Muchas de las series que hoy se apoderan de las plataformas tienen como base la vida misma, convertida en relato. Los creadores que se miran en el espejo y se describen como son, con sus aciertos y errores, fortalezas y debilidades, cicatrices y arrugas, pueden lograr obras maestras. En especial si narran con veracidad cómo ocurrió el accidente que provocó la herida que dejó esa cicatriz. Recordar la infancia, contar las penas sin ambages, recorrer los días de dolor, revivir el gozo, mantener vivo el placer. 

Annie Ernaux, dueña de una belleza clásica, declaró sobre su premio:
“Para mí representa algo inmenso en nombre de aquellos de quienes provengo, en primer lugar. Siento que tengo una nueva responsabilidad moral: llevar a cabo la lucha contra la injusticia, que tiene diferentes niveles. La injusticia contra la mujer, hacia las que llamo ‘las dominadas’. Puedo decirles que lucharé hasta el último suspiro por la libertad de las mujeres”.

Ahora, su voz puede ser escuchada en todo el mundo. Que sus palabras se traduzcan en leyes que protejan a las niñas que no tienen acceso a la educación, con todos sus privilegios.

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