“Nos estamos comportando como si hubiera un crecimiento del 8% del PIB y no al revés”, fueron las últimas famosas palabras de Alfonso Romo antes de renunciar como jefe de la Oficina de la Presidencia. Tal es la queja del sector privado sobre el desempeño del gobierno López Obrador, al que achacan haberse olvidado de la crisis económica en sus mensajes.

Carlos Salazar, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, y Gustavo de Hoyos, líder saliente de Coparmex, son dos rostros, de alguna manera complementarios, de la frustración empresarial ante un primer año infructuoso, y un segundo desastroso, en su capacidad de influencia sobre la administración AMLO.

Salazar será reelecto en abril próximo; De Hoyos se consagrará a “Sí Por México”, junto con Claudio X. González, por lo que se espera una mayor beligerancia desde ese flanco. A Coparmex llegará las próximas semanas José Medina Mora, líder empresarial en Jalisco, donde existe una profunda irritación por lo que se describe como pasividad del sector a nivel nacional. Por si hiciera falta en su perfil, es hermano del defenestrado ministro de la Corte, Eduardo Medina Mora.

Es probable que a los dirigentes privados les haga falta estudiar más a López Obrador. Y tomar algunas lecciones de lo que son las convicciones ideológicas. Aquí algunas claves:

Tras ser removido en agosto de 1983 como dirigente del PRI en Tabasco y dimitir el mismo día que asumió como oficial mayor del gobierno de Enrique González Pedrero, López Obrador empezó a confiar a sus cercanos que los grandes empresarios tienen la capacidad de tumbar a un gobierno democrático, por los que hay que mantenerlos alejados de la política.

Parece ser una convicción que mantuvo con los años, y reforzó cuando una coalición de magnates locales y nacionales desafió en 1995 al poder central para sostener en su cargo al gobernador Roberto Madrazo, que oficialmente derrotó en las urnas al ahora Presidente. Cabe recordar que quien falló en derrocar a Madrazo desde el gobierno de Ernesto Zedillo fue Esteban Moctezuma, a la sazón secretario de Gobernación. Ese fracaso y el sabotaje interno sufrido en el manejo del caso EZLN tiró del puesto al ahora próximo embajador en Washington.

Al arribar a la jefatura de Gobierno de la capital del país, en el 2000, AMLO desarrolló la primera parte de una estrategia ante los grandes empresarios: los aduló, les llenó de contratos, los conservó muy cercanos, en especial a los principales barones, como Carlos Slim. Pero desde la campaña del 2006, y ahora con mayor claridad en Palacio Nacional, quedó a la vista la otra parte de la pinza: el ataque abierto, la capacidad de perseguir a quienes lo combatieron en aquella su primera batalla por la Presidencia. El ajuste de cuentas con quienes se treparon al evidente complot político que, sumado a errores crasos del tabasqueño, descarrilaron sus aspiraciones. Más lo que se acumule…

APUNTES:

Tras encarar sobresaltos en postulaciones para la disputa de gubernaturas el próximo año, el dirigente de Morena, Mario Delgado, encontró un sano consenso al definir ayer la postulación de Miguel Ángel Navarro, senador con licencia que encabezó con tenacidad la Comisión de Salud, como candidato al gobierno de Nayarit. Entre hoy y mañana deberá decidirse el caso de San Luis Potosí. Los cuatro registrados para el sondeo interno fueron citados este martes en Ciudad de México. Entre ellos, anoche parecía perfilarse Juan Ramiro Robledo. De ser ungido, le espera una dura contienda frente al muy probable aspirante del PAN, el alcalde de la capital, Xavier Nava.

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