Las elecciones son muchas veces impredecibles en el mundo moderno. Con excepciones notables es arriesgado predecir quién va a ganar una elección en tiempos actuales, porque las identidades partidistas se han vuelto menos fijas, y los cambios económicos y sociales cada vez más rápidos causan virajes hacia candidaturas que de pronto pueden enarbolar el sentido popular de sectores afectados.

Por eso, es difícil saber si las encuestas del momento actual en Estados Unidos predicen el futuro o no, pero lo que muestran, en este instante, es una potencial avalancha a favor del exvicepresidente Joe Biden sobre el presidente Donald Trump, si hoy fueran las elecciones. Faltan cinco meses y mucha incertidumbre pero hay algunos elementos que sugieren que no le irá tan bien esta vez.

En el promedio de encuestas en RealClearPolitics.com, Trump está atrás por un promedio de 8.5% en las encuestas nacionales publicadas las últimas semanas. Lo que es aún peor para Trump es que las encuestas estatales muestran que los estados críticos en juego entre los dos candidatos, que apoyaron a Trump la vez pasada, Michigan, Pennsylvania, Wisconsin, y Florida, todos están favoreciendo a Biden por márgenes notables. Para el colmo, hay un estado que ni siquiera estaba en juego hace cuatro años, Arizona, que está favoreciendo a Biden, así como otros tradicionalmente republicanos, como Carolina del Norte, Georgia y Texas, que quizás estén en juego también.

El cambio en el tablero electoral refleja tres reveses que ha sufrido Trump en las últimas semanas. El primero ha sido su manejo del coronavirus, que ha sido duramente criticado por errático y por una falta de empatía. Hay quienes lo critican por haber reaccionado lentamente a la crisis (aunque esto es cierto en muchos países), y de haber sido poco consistente en su compromiso con hacer frente a la pandemia.

El segundo revés ha sido en el plano económico, con el aumento del desempleo en el país y la recesión que inició en marzo con la contracción de la economía. Uno de los temas que más ayudaba a la popularidad de Trump, que se acercaba (aunque nunca llegó) a 50% de aprobación, era justamente el periodo de expansión económica extendida que vivía el país, pero esto ya se acabó.

Finalmente, las protestas contra las muertes de hombres afroamericanos a la mano de policías en Estados Unidos ha asestado otro golpe contra Trump, quien se ha mostrado poco empático en un tema que ha cobrado relevancia en el país y entre muy diversos sectores. Él ha predicado la mano dura justo cuando grandes mayorías están cuestionando esa forma de control policiaco.

Algunos de estos reveses están más allá del control del presidente. El declive económico es un tema generalizado en el mundo. Pero la falta de empatía que ha marcado sus respuestas a estas tres crisis representan algo fundamental en el carácter de Trump que ha minado su liderazgo desde un inicio y aún más en medio de una serie de crisis reales que deterioran su imagen. Los liderazgos importantes siempre se construyen en medio de crisis y son resultado de las respuestas acertadas de los que tienen puestos claves (o emergen de la sociedad). En este momento Trump no ha podido consolidar una imagen de liderazgo, ni siquiera entre muchos de sus seguidores tradicionales.

Todavía falta mucho para la campaña electoral, y es posible que Trump logre consolidar suficiente apoyo entre su base política más dura para ganar en noviembre, o que Biden pierda apoyo una vez que inicie la campaña de veras, pero por ahora, la opinión pública se ha tornado muy negativa hacia Trump justo en la recta final de las elecciones, y esto no es un buen augurio para las posibilidades de su reelección.

Desde luego, esto plantea una interrogante para el gobierno mexicano en su relación con la administración Trump. El entonces presidente Enrique Peña Nieto invitó a Trump a México durante la última campaña electoral en EU. Fue una apuesta audaz y controvertida. Sin duda, manchó la imagen de Peña Nieto para siempre, pero también le ayudó a lidiarse con la administración Trump después.

¿Pero tiene sentido que el Presidente Andrés Manuel López Obrador se reúna con Trump en Washington justo durante la campaña electoral estadounidense, como se ha planteado? Sería una apuesta similar, pero en condiciones que parecen ser muy distintas.

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