Primera llamada a los actores de la contienda electoral del 2021 para definir sus personajes, roles, trama, historia, escenarios y desenlace. En el escenario observamos a los siguientes actores: El presidente, su partido, la alianza de los partidos de oposición (PAN, PRI y PRD), así como otros personajes de reparto como Movimiento Ciudadano; y los partidos de reciente creación Redes Sociales Progresistas, Encuentro Solidario y Fuerza Social por México, comparsas, por interés, del presidente. A nivel social, y en apoyo a los partidos opositores, están Proyecto Rescate México y Sí por México.

Por parte de Morena la alianza es programática porque todos están de acuerdo —por convicción o conveniencia— con el proyecto presidencial. En cuanto a los opositores, su alianza es estrictamente electoral, de corto plazo, pragmática y no programática, porque no proponen un modelo alternativo de gobierno o de sociedad.

Sus objetivos son divergentes: el bloque oficial seguirá siendo instrumento del presidente para imponer SU ideal del México que quiere para los mexicanos (nadie lo conoce y con nadie lo ha consensuado); la alianza opositora tiene un pobre proyecto: ganarle electoralmente a Morena, debilitar políticamente a la 4T y combatir al presidente. No propone nada nuevo o diferente.

La estrategia de Morena busca repetir sus triunfos en los distritos federales que ganó en la anterior elección para retener la mayoría calificada o, de menos, la mayoría simple. Para esto sumará las diputaciones de sus partidos satélites y las de los nuevos partidos afines: Redes Sociales Progresistas, Encuentro Solidario y Fuerza Social por México.

Por el lado de la oposición, su máxima aspiración sería lograr que Morena sólo sea mayoría simple (que pierda la mayoría calificada) y, en el extremo de su optimismo, hacerse de la mayoría simple (de la mayoría calificada, ni hablar). Para ello busca capitalizar el malestar de los mexicanos afectados por el autoritarismo presidencial, por el pésimo manejo de la pandemia, el agravamiento de la crisis económica y la creciente inseguridad, cuya expresión cuantitativa es el mayor número de muertos, desempleados y pobres registrados en la historia moderna de México; y, cualitativamente, en el crecimiento de la corrupción, la impunidad y la inseguridad.

No obstante que se evitó el presidente fuera actor en la elección de 2021 al posponer la consulta sobre la revocación de mandato, primero, y desactivar la consulta popular sobre el juicio a los expresidentes, hay esfuerzos inconscientes de algunos líderes partidistas y sociales por volverlo a subir al escenario al enfocar su campaña en atacarlo directamente. El riesgo es que les vuelva a ganar el congreso sin que los candidatos hagan campaña, como en 2018.

La lucha táctica puede ser contra el proyecto caciquil del presidente y su partido —la cual es explicable—, pero la lucha estratégica, la de fondo, es plantear un proyecto de nación que recupere la identidad y un mejor futuro para todos los mexicanos. Resultaría erróneo y decepcionante ver que los opositores se agotan en afanes electorales sin propuestas de fondo que son las que, a final de cuentas, podrían transformar el quehacer de nuestro país.

La lucha cultural de los opositores debe ser proponer un modelo alternativo al proyecto autoritario del Presidente. Morena es uno de los instrumentos opresores del mismo.

¡Todos somos Brozo!

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