El 27 de octubre, Lorena Tinoco, una estudiante de derecho de 21 años, desapareció en Pachuca, Hidalgo. Sus familiares se activaron, el caso se viralizó en redes sociales y la procuraduría estatal emitió una ficha de búsqueda. Dos días después, su cadáver desmembrado fue hallado en una bolsa en el municipio de Tizayuca.

El caso generó un enorme revuelo en la sociedad hidalguense. El 4 de noviembre, cientos de personas se manifestaron en Pachuca en un evento denominado la Marcha del Dolor para exigir justicia para Lorena. A esto le siguió una marcha estudiantil el 14 de noviembre donde la exigencia central era la atención a las desapariciones y los feminicidios.

Sometida a presión social, la procuraduría estatal anunció el 17 de noviembre la captura de un hombre y una mujer presuntamente responsables del secuestro y asesinato de Lorena. A la fecha, no se ha dado información sobre el posible móvil de los presuntos homicidas.

Este caso ha puesto la lupa sobre la violencia en Hidalgo, que tradicionalmente ha estado fuera del centro de la discusión sobre inseguridad en el país.

En términos comparativos, Hidalgo sigue siendo una entidad poco violenta. En 2018, según datos del Inegi, registró una tasa de homicidio de 11 por 100 mil habitantes, casi tres veces menos que la media nacional y solo superior a la tasa de cinco estados (Yucatán, Aguascalientes, Campeche, Coahuila y Querétaro).

En algunos municipios, sin embargo, la situación es mucho menos alentadora. En Tizayuca, por ejemplo, la tasa de homicidio fue en 2018 dos veces mayor que el promedio estatal. En Tula, hubo en términos relativos casi tres veces más homicidios que en el estado en su conjunto.

La violencia en Hidalgo tiene además una peculiaridad alarmante: en 2018, el porcentaje de mujeres entre las víctimas de homicidio fue el mayor en todo el país. A nivel nacional, una de cada diez personas asesinadas en 2018 era de sexo femenino. En Hidalgo, la proporción fue una de cada seis. En Tizayuca, las mujeres representaron la tercera parte de las víctimas.

A esto, hay que sumar el hecho de que los homicidios dolosos vienen creciendo de manera acelerada en 2019. En los primeros nueve meses del año, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el número de víctimas de homicidio doloso aumentó 51% en comparación con el mismo periodo del año previo. Y de 2016 a la fecha, se ha más que duplicado el número de víctimas.

En otros delitos, hay una evolución similar. La tasa de victimización en Hidalgo, según datos de la más reciente Encuesta Nacional de Victimización y Percepción de la Seguridad Pública (Envipe 2019), es baja en comparación con la tasa nacional. Sin embargo, creció considerablemente con respecto al año previo. Resulta además notable que la victimización creció mucho más entre mujeres que entre hombres.

Eso tal vez explique el deterioro de la percepción de seguridad en el estado en los últimos dos años. En 2017, de acuerdo con la Envipe, 55% de los hidalguenses se sentía inseguro en su entidad federativa. En 2019, 65.5% se expresó en ese sentido. Esto sigue comparándose positivamente con el país en su conjunto (78.9%), pero el estado ya no es tierra libre de miedo: en 2019, la percepción de inseguridad en Hidalgo fue similar a la de Baja California o Sinaloa.

En conclusión, Hidalgo no es foco rojo en el mapa nacional de la violencia y la inseguridad, pero claramente se está coloreando de amarillo. Así lo demuestran las cifras y así lo pone de manifiesto el asesinato de Lorena Tinoco. Ojalá las autoridades reaccionen antes de que ese tipo de casos dejen de ser excepcionales.

alejandrohope@outlook.com. @ahope71

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