Recién en el programa de televisión “De Buena Fe”, conducido por Estefanía Veloz y Gibrán Ramírez, y transmitido por el “Canal Once”, fue criticado abiertamente al periodista Héctor de Mauleón, crítico de la 4T. Este evento ha desenvuelto gran controversia al punto de que se necesite nuevamente alzar la voz en contra de las malas prácticas que se ofrecen en los espacios donde la seriedad del análisis y comentarios debería imperar. ¿Qué efectos tiene este suceso y qué comentarios hay al respecto?

De fondeo público, el Canal Once se ha dedicado a fungir como ese espacio cultural y educativo en la televisión mexicana, y por décadas ha mostrado contenido muy interesante y relevante para la sociedad. El contenido de este canal es variado, pero en general el tono de los programas que se transmiten es serio y propositivo, brindándole un puesto especial dentro de nuestros hogares. No obstante, en el último par de años se han originado algunos programas que distan de esta seriedad, análisis completo y neutralidad que ha caracterizado al canal, sustituyendo tales elementos por otros reaccionarios, combativos y sesgados a favor del actual Gobierno Federal (GF).

En la literatura de los medios de comunicación (periódicos, agencias de noticias e incluso programas de televisión, etc.) existen dos posturas fundamentales: la del perro guardián, o vigilante, y la del portavoz. La primera se refiere al ejercicio de analizar genuinamente aquello que el gobierno haga y diga, y de la misma manera, vigilar sus acciones y exigir una apropiada rendición de cuentas. En contraste, la segunda obedece a la acción de reproducir, sin mayor análisis ni verificación, aquello que el gobierno haya anteriormente comunicado u ofrecido como información.

En nuestro país, por ejemplo, es evidente qué periódicos siguen la labor vigilante (o “perro guardián”) al revisar, verificar y analizar las acciones y comunicados del gobierno, y, por otro lado, resulta nítido identificar qué otros se centran en seguir el rol de portavoces. Como se mencionó, esta situación se ve también reflejada en programas de noticias y de análisis de eventos. En tal contexto, es menester señalar la acción de algunos programas en el Canal Once que siguen esta segunda postura.

Personajes como John Ackerman (antes de que su programa con Sabina Berman fuese cancelado) y recientemente Estefanía Veloz han utilizado su espacio en el Canal Once no sólo para reproducir la comunicación del GF, sino para atacar y desacreditar a aquellas personas disidentes de la 4T y que han evidenciado los errores de la administración presidencial en turno. Por un lado, dichas acciones relucen su afinidad evidente con el actual régimen, eso es claro, pero la falta de un análisis correspondiente o de la apertura a otras miradas en la información que entregan inhibe una sana transferencia de la información.

Por otro, el atacar abiertamente a personas que piensan diferente y que se muestran críticas del régimen da señal de un criterio limitado para una aceptar o generar una crítica constructiva. Una cosa es tener una ideología, o simpatizar con un partido político o con el gobierno mismo, pero otra muy diferente es estar consciente de la realidad y ser crítico tanto de lo bueno como de lo malo, y en eso tanto Ackerman como Veloz (y otros muchos personajes más) se han visto rebasados.

¿Qué tan problemático es eso? Mucho. ¿Por qué? El Canal Once se ha destacado por ser un espacio neutral y de excelencia en la televisión mexicana, pero al momento que se utiliza a favor del régimen para atacar a personas críticas del gobierno, su imparcialidad desaparece y su legitimidad e impacto positivo se ven reducidos, convirtiéndose en otro portavoz del gobierno y perdiendo, para la sociedad mexicana, un espacio de análisis y crítica constructiva, de esos que han sido atacados y desestimados desde hace dos años.

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