¡Ah! Esos prejuicios (1) | Querétaro

¡Ah! Esos prejuicios (1)

Filiberto López Díaz

Se le atribuye a Albert Einstein la frase: “Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio” y se cita, en virtud de que en este siglo XXI que nos ha tocado vivir, aún existen palabras, conceptos, títulos y demás, que hacen aflorar vetustos prejuicios, olvidándose de su evolución y variedad, con el paso del tiempo. Bien lo expresó Atahualpa Yupanqui en una de sus más bellas canciones: “Cada quien cree que no cambia y que cambian los demás; y paso las madrugadas buscando un rayo de luz, ¿Por qué la noche es tan grande, guitarra dímelo tú?”. Algunas de esas palabras, frases o conceptos que todavía causan prurito en ciertos sectores, son: Sindicato, socialismo, marxismo, Cuba, Rusia, Venezuela “son pobres porque quieren”, “solicitan trabajo, rogando a Dios no encontrarlo”, “El pueblo unido, jamás será vencido”.
“Atacó, lesionó, secuestro o violó a la mujer, porque ella lo provocó” y aquí sume usted, todos los etcéteras que quiera. Esta serie de prejuicios o por escribirlo más levemente, malos entendidos, no sólo se han heredado generación tras generación y obviamente no generalizo, ya que, por fortuna existen sectores más cultos, con mayor educación y como dicen en México: “Leidos y escrebidos” que comprenden y conocen la realidad.

Algunos patrones y empleados de confianza (así los nombra y define la Ley Federal del Trabajo, como si existieran trabajadores de desconfianza), al oír la palabra sindicato, se persignan pues piensan que es producto del maligno y el sindicato se va a apoderar de la empresa, sus instalaciones, maquinaria, transportes, insumos y que van a acabar con el centro de trabajo. Desconocen la historia nacional e internacional (ya es pedirles mucho) y local del sindicalismo. Estos grupúsculos nunca han oído hablar de las Huelgas de Cananea o Río Blanco, las tiendas de raya, las jornadas de 14 o 16 horas a que estaban obligados a trabajar hombres, niños y mujeres, éstos últimas, con la mitad del salario, ya que los patrones (más bien sus amos), argumentaban su debilidad física y menor productividad.

Con 53 años de experiencia en Derecho del Trabajo y Seguridad Social, incluyendo el internacional, puedo afirmar con conocimiento de causa, que un gran porcentaje de los conflictos obrero-patronales, individuales y colectivos, se provocan en los mandos medios; es decir los supervisores, “líderes” de equipo y a la corrupción de algunas personas de Recursos Humanos; naturalmente no en todas. (Continuará)  

Especialista en Derecho del Trabajo, 
Certificado por el Notariado de la Unión Europea. 
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