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¿País de eternos aprendices?

El multicitado, discutido hasta el cansancio, y para gran parte de la población, indignante hecho de la ciudadana extranjera liberada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación a pesar, según la opinión de muchos, de su culpabilidad, nos hace reflexionar sobre la precariedad de la parte técnica de muchas de nuestras actividades en México. Esto viene a cuento, ya que un procedimiento policial técnico inicialmente deficiente y viciado, desembocó en una pifia garrafal que lastimó la dignidad y bienestar de muchas personas.

No importa si es el juez, el ministerio público, el funcionario, el policía, el técnico, el licenciado, el mesero, el médico, la recepcionista. No importa el oficio o profesión desarrollada, con pocas excepciones, en la vida diaria y en nuestras tareas cotidianas. Muchas veces da la impresión de que a los mexicanos no nos importa la pulcritud y el bien hacer en nuestro trabajo. Me niego a creerlo, pero parece que definitivamente adoptamos el ¡ahí se va! como filosofía de vida.

En forma casi automática criticamos al profesional extranjero que se apega a las normas y reglas en su trabajo, y lo tildamos de exagerado si bien le va, o con denostaciones y ofensas mayores. De manera general, se le tiene desprecio a la regla o a la norma, como principio de orden y Estado de Derecho. Esto nada tiene que ver con chauvinismos o malinchismos, es más bien una gran carencia en nuestra forma de vida que se genera por motivos diversos.

De manera general y como común denominador, pensamos que la causa raíz de este comportamiento deficitario se debe al bajo nivel de la educación básica que hemos padecido a través de decenas de años. Solo recuérdese la exigencia de ¡pase automático! en nuestros días de escuela profesional, o bien la actual negativa para evaluar a los maestros. Por un extraño motivo, queremos recibir reconocimientos y laureles, sin cumplir con los requisitos impuestos para ello. Pedimos que nos bajen la barra a la altura que podamos saltarla.

En otras ocasiones, puede deberse al profundo nivel de corrupción que forma parte de nuestro modus operandi, o bien las posibles componendas de conveniencia política, cuya discusión está más allá del alcance de este comentario. Sin embargo, muy a nuestro pesar y como efecto final a los ojos del mundo: técnicamente México queda mal.

Es muy importante tomar en cuenta que en las ciencias, técnicas e industria aeronáutica, este tipo de comportamiento mediocre no es aceptado. En la aeronáutica hay varias máximas, pero la básica es: con la seguridad aérea no hay compromisos, las cosas son aceptables o no aceptables, así de claro.

Es muy importante que todo aquél estudiante de ingeniería que desee trabajar y desarrollarse en la industria aeronáutica de manufactura, de aerotransporte, de aeronavegación, o cualquiera otra de las opciones que tenga a la mano, se concientice de que deberá hacer su trabajo con la mayor calidad posible, prepararse de manera global y limitarse a desarrollar las tareas para las que está capacitado. Si comete un error, ya que errar es humano y nadie estamos exentos de esta posibilidad, está obligado a declararlo. Así es la industria aeronáutica y este comportamiento ético es uno de los pilares de sustento que permiten los niveles de seguridad de esta actividad.

Esperamos que la industria aeronáutica haga que cada vez más permee una filosofía diferente en nuestro país, y los técnicos e ingenieros que se preparan para trabajar dentro o que ya se encuentran en ella, mantengan un estricto comportamiento profesional y ético, por sobre todas las presiones, de cualquier tipo a las que pudieran estar sujetos. México no está condenado eternamente a ser un país de aprendices y a ser siempre el mediocre de la película.

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