Este 28 de septiembre se cumplieron  100 días de impunidad de los asesinatos de los sacerdotes jesuitas Joaquín César Mora Salazar y Javier Campos, y de un guía turístico en una iglesia de Cerocahui, Chihuahua.

Estos lamentables hechos constituyen un  campanazo de indignación porque, además de las dolorosas pérdidas, han recordado a muchos sectores sociales el rotundo fracaso de la estrategia de seguridad de López Obrador, así como la terquedad de mantenerla, a pesar de sus míseros resultados.

Hay que tener presente este acontecimiento para evitar caer en la dinámica informativa que se pretende imponer desde las mañaneras, dejando en el olvido asuntos que revelan realidades inocultables.

Luego de estos crímenes, el Papa Francisco mostró su solidaridad y expresó: “Hay tantos asesinatos en México”.
Importantes fueron las palabras del también sacerdote jesuita Javier Ávila,  durante la misa por sus compañeros.

“Respetuosamente pido, pedimos, señor Presidente de la República, revise su proyecto de seguridad pública, porque no vamos bien, y esto es clamor popular”. Y añadió: “Este evento lamentable no es aislado en nuestro país, un país invadido por la violencia y por la impunidad, nuestro tono es pacífico pero fuerte y claro”.

Además, por si quedara alguna duda, manifestó: “Los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir los balazos”.

No se propone la violencia —por supuesto—, pero sí la justicia y la paz, lo cual exige la correcta aplicación de la ley. En este sentido, conviene evitar las trampas discursivas que se difunden desde la tribuna presidencial para polarizar y ubicar a críticos como los malos de la historia, si no asumen sofismas y mentiras oficiales.

Y aquí el mejor ejemplo: “Y esas expresiones de que ya no nos alcanzan los abrazos. ¿Qué quieren entonces los sacerdotes? ¿Qué resolvamos los problemas con violencia? ¿Vamos a desaparecer a todos? ¿Vamos a apostar a la guerra?”.  Y lo que ya conocemos, además de otros exabruptos.

Seguramente le habrá molestado el pronunciamiento del arzobispo de Guadalajara, José Francisco Robles Ortega, al referirse a quienes se dedican al crimen organizado: “Ellos no entienden de abrazos, ellos solamente saben de balazos y no estoy diciendo con esto que el gobierno tiene que tomar la estrategia de echarles balazos a esta gente. Sencillamente de llevarlos ante la ley (…) Ese mensaje de abrazos es un mensaje de impunidad: ‘Hagan, ustedes hagan, no va a haber balazos, no va a haber intervención de la ley’”.

También, si es que la conoció, le habrá desagradado la puntualización del rector de la Universidad Iberoamericana de Torreón, en cuanto a que “el Gobierno Federal tiene que hacer una autocrítica responsable porque su estrategia, si es que la tiene, no está sirviendo de ningún modo y todo lo contrario, ha estado permitiendo que el narco avance cada vez más”.

El editorial del semanario católico Desde la Fe resumió: “Es grande el dolor que nos dejan sus muertes, pero más grande es el dolor de saber que son miles de muertos en México”.

Los asesinatos en la sierra tarahumara movieron  conciencias en torno a la violencia que padecemos, también evidenciaron la indignación y lo que no se quiere ver ni aceptar por parte del Ejecutivo que parece no conocer la palabra autocrítica, pero que sí se enfurece, ataca y desprestigia. A esto también obedece su fracaso y la inseguridad e impunidad que sufrimos en nuestro país.

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