Una de las ventajas de la tecnología y el internet, en la enorme cantidad de información que en instantes recibimos, es la posibilidad de buscar aquella precisa sobre algún tema en particular que requerimos en un momento dado. Agradezco  la oportunidad de conocer sobre diversos acontecimientos, a pesar de que muchos de ellos son temas duros y difíciles. Uno de esos temas me parece verdaderamente dramático y atemporal, pero es también una de las formas como se tejen tantas historias que nos hablan de la capacidad de lucha, de la valentía y la templanza de mujeres y hombres que buscan un mejor destino en lugares lejanos y muy distintos a aquel que les permitió ver la luz por primera vez.  Hablo de la migración. 

En casi todo el mundo hay migración, interna o internacional. Las razones de ello son muchas y tan diversas. No pretendo adentrarme en la herida que significan los motivos y las causas, tales como la miseria, la pobreza y la desigualdad. También están las guerras internas, los conflictos religiosos, las catástrofes naturales. Más duro aún, saber que miles y miles pierden la vida en el intento. Muchos más, quedan en calidad de refugiados, desplazados o desarraigados. Permítanme abordar la perspectiva de hablar de quienes sí logran despertar y recomenzar su vida dentro del sueño de buscar y encontrar oportunidades y horizontes más claros. 

Abandonar las raíces debe ser una decisión compleja y difícil. Dejar atrás la tierra que le vio a uno nacer, la familia y los afectos, es arrancar de tajo vínculos que jamás logran desaparecer del todo y se convierten en semillas que pueden germinar en generaciones venideras, sobre todo si se nos comparten recuerdos y testimonios por parte de padres, abuelos, familiares y amigos de ellos. Culturalmente es y será siempre muy importante comprender el alcance de todo lo que significa nuestros orígenes, ya que nos ayuda a valorar más nuestras costumbres y tradiciones. 

El migrar a otra tierra, implica necesariamente desde pequeñas variaciones en usos y costumbres, hasta conocer y asumir como propias culturas totalmente diferentes a las del origen.  Sin embargo, también se propician intercambios y ciertas mezclas, lo que le va otorgando características muy particulares a la conformación de comunidades, en especial cuando las migraciones son masivas y se comienza una lucha natural entre el mantener la propia o adoptar culturas diferentes.

 Mi abuelo fue migrante y llegó a México en los primeros años del siglo pasado, de un pueblo que ya llevaba décadas de intercambio cultural con nuestro país en un lejano y muy pequeño rincón de los alpes franceses llamado Barcelonnette. Viajó en un barco que zarpó del puerto de Marsella en el año de 1906, con compañeros de viaje que al tiempo construyeron verdaderas historias de éxito. Fue el caso de Max Michel, fundador de lo que hoy es Liverpool y de Clemente Jacques, quien entonces realizaba importaciones de productos relacionados con los juegos de cartas y quien después consolidó un emporio en materia de conservas. 

El viejo, quien murió cuando apenas tenía yo dos años de edad, tuvo la oportunidad de trabajar para Liverpool y después viajó a Querétaro, donde conoció a mi abuela y se casó para formar una familia. A sus hijas e hijos los enviaron a pasar la niñez en aquel lejano pueblo  francés cuando nuestro país se debatía en la Revolución. Vivieron su infancia en aquel lugar para regresar de nuevo a su natal Querétaro y con ello vivir en circunstancias donde compartían características de culturas distintas, no obstante que aquel pueblo mantiene hasta la fecha un entrañable vínculo con esta tierra mexicana. Muchas personas como ellos, forjaron un nuevo destino en este, un país hospitalario. Aprendieron, respetaron e hicieron suyas muchas costumbres que con sus familias cultivaron para suerte de sus descendientes. 

Hoy día, nuestra ciudad de Querétaro, crece aceleradamente desde hace décadas,  y ello se debe en gran parte a que ha cobijado una importante migración, en su mayoría interna, pero también ha recibido extranjeros y poco a poco va modificando su cultura en un entorno donde se van haciendo necesarias e indispensables nuevas condiciones de movilidad y desarrollo urbano, para que la ciudad se pueda adaptar positivamente a este proceso sin abandonar sus propias raíces. Es importante conservar la memoria de la manera en que fuimos para que podamos conocer lo que nuestros ancestros desearon en su momento y a su vez, asumamos la responsabilidad de compartir con nuestros hijos y nietos. Solo así seguirá siendo una ciudad sonriente, este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

Google News