En el más abyecto de los papeles, diputados de Morena denunciaron ante el INE a los artistas que difundieron un video para oponerse a la construcción del tramo 5 del Tren Maya por el negativo impacto ecológico que éste está causando a la selva con la destrucción, dicen, de más de 64 millones de árboles, cuando el presidente había comprometido que no se talaría “un solo árbol”.

Sin cumplir ninguna normativa aplicable, como se exige en todos los casos, se inició la obra sin licitación, sin estudios de viabilidad económica, sin permisos, sin estudio de impacto ecológico, sin proyecto maestro, sin consulta a las comunidades indígenas —como lo ofreció AMLO—, sin cambio de uso de suelo de terreno forestal, sin cambio de uso de suelo municipal, violando la disposición de inafectabilidad de las áreas naturales protegidas, sin estudios para establecer si se afectan a especies nativas y se les pone en riesgo de extinción, entre otras, por el imperioso deseo de cumplir un capricho presidencial.

La obra en sí no se cuestiona. Se cuestiona la irresponsabilidad y venalidad de altos funcionarios públicos por realizarla apresuradamente incumpliendo los requisitos de ley y sin importarles los daños permanentes que puedan ocasionar.

Se pudo realizar una obra menos invasiva y de alta ingeniería —un tren elevado—, que habría dañado menos al medio ambiente y permitido a los viajeros gozar la magnificencia de la selva con una mayor inversión. Lo importante era hacer una obra de talla internacional, pero se optó por aplicar los valores de la 4T: ineficiente, dañino y caro (la corrupción emergerá después). La herencia de este gobierno será el daño permanente a la ecología; a los sitios arqueológicos descubiertos en el trayecto, así como la contaminación y afectación de los ríos subterráneos que dotan a las playas de arena blanca.

Toda obra requiere tener racionalidad, estar fundamentada en criterios de eficiencia operativa que aporten y eleven los valores agregados de este tipo de obras en el corto y largo plazo, como garantizar la seguridad y permanencia de la obra…

Y ante la exigencia de frenarla para dar oportunidad a que se subsanen las deficiencias, el presidente y su partido responden con su doble moral: de un lado señalan a los que critican la obra como enemigos y exigen que se les castigue; y, del otro encubren a los responsables de los daños evitando que comparezcan ante el pleno de la Cámara de Diputados para explicar por qué están haciendo las cosas así y por qué está costando muchísimo más de lo presupuestado. En lugar de encarcelar a los responsables de la muerte de 25 personas por el derrumbe del metro, se obstinan en castigar a quienes alertan al país de los inminentes daños ecológicos.

Cabe decir que el trazo de esta ruta se cambió repentinamente porque los “científicos” que la diseñaron no se dieron cuenta que el derecho de vía invadía terrenos de los hoteles que estaban a su paso. Ante la queja del sector se realizó el cambio de ruta, pero con el mismo espíritu “científico” de no hacer estudios y de no importarles los daños ecológicos ni la elevación de los costos de la obra, que usted y yo terminaremos pagando.

El sello distintivo de este gobierno es la cultura de la muerte, que se expresa en su indolencia e irresponsabilidad ante la creciente muerte de mexicanos por abortos, violencia, pandemia, carencia de medicamentos y tratamientos; y ahora con el ecocidio.

Periodista y maestro 
en seguridad nacional

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