“Dícese de lo que tiene virtud para decidir”, establece el diccionario. Y en esa función esperamos que la virtud que decidirá sea una suma de voluntades aritmética y también porcentual de los ciudadanos de este país: tres años más de la Cuarta Transformación o la búsqueda de un rumbo alternativo.

El juego de los calendarios quiso que la de este 2021 —a excepción de una elección presidencial— sea la más importante de la historia, en tanto se juegan 15 gubernaturas, mil 926 alcaldías y un total de 21 mil 383 cargos de elección popular entre congresos locales y cabildos.

Sin embargo, bien se sabe que la joya de la corona es la renovación de la Cámara de Diputados. Porque, además de su fundamento como legislativo, ahí se dirime y autoriza nada más y nada menos que el presupuesto anual de la nación. Es decir, la hoja de ruta, la carta de navegación de un país todavía sacudido por el shock del 2020.

Por ello, desde el primer día del nuevo año estamos sobreviviendo en un mar embravecido y bajo la amenaza de una tormenta perfecta: el crecimiento exponencial de la pandemia por Covid 19; el agudizamiento de la crisis económica; y el reventadero de conflictos sociales en puntos críticos del territorio por la desesperación a causa de la miseria y el desempleo. En el caso del avance sin control del coronavirus, hay hechos muy preocupantes: como el de que nadie en su equipo se haya permitido corregir el video del presidente López Obrador cuando dijo que se vacunaría a la totalidad de los “120 mil habitantes” de esta nación; o cuando el ínclito vocero López-Gatell, después de su viajecito a la playa, nos tranquiliza con que ya tiene un “diseño logístico muy preciso” por medio del cual se aplicarán diariamente “de seis mil a ocho mil dosis de vacuna”. Lo que nos llevaría al año ¡2055! para vacunar a los 120 millones que ahora somos.

En el ámbito económico, el fatídico 2020 parece no querer irse nunca: el PIB se derrumbó a menos 8.9% y las consecuencias parecen un peso brutal, insoportable para el año que comienza. Aunque los expertos estiman que peor no podemos estar y anticipan un “rebote” de hasta 3.8% de incremento este 2021, debido sobre todo al crecimiento en Estados Unidos y la consecuente demanda de productos mexicanos, lo que aumentaría nuestras exportaciones y nos llevaría a la creación de algo así como 500 mil empleos que no suena mal, salvo cuando los comparamos con los dos millones de puestos de trabajo que se han perdido tan solo en los meses recientes.

Y es precisamente el desempleo, con su aliada la pobreza, uno de los factores más preocupantes en la conformación de la tercera pandemia: la social, que tiene manifestaciones como la irritación popular, la rabia colectiva y la violencia entre numerosos grupos humanos a lo largo y ancho del territorio: las batallas por el agua en el norte; la guerrilla latente en Guerrero o con el EZLN en Chiapas; las comunidades opositoras al Tren Maya; o los asaltos a los supermercados en las grandes ciudades como ya ocurrió en el crack del 94.

NO se trata de ser alarmista. Pero nos moveremos en el escenario de las pandemias y la exacerbación de las elecciones: un choque de trenes que puede ser terrible a menos que decidamos transitar por la vía estrictamente democrática. Para lo que resulta indispensable que desde la cúpula del poder presidencial de López Obrador, se garantice un proceso limpio, justo y sin su injerencia. Se ve difícil. Pero no imposible.

Google News