Llama la atención cómo la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) ha informado a través de los medios de comunicación, jactanciosamente, que la producción de carne de pollo en México alcanzaría en 2016, alrededor de 3 millones 51 mil 843 toneladas y una producción de huevo para plato de 2 millones 731 mil 891 toneladas, consolidándose como el quinto productor a nivel mundial en estos alimentos.

De igual manera, la dependencia informó que Querétaro es uno de los tres principales productores de pollo a nivel nacional, con 9.3% de la producción en el país, lo cual en 2016 significó 275 mil 466 toneladas de carne, de los 2 millones 962 mil toneladas que se generaron en México, sólo por debajo de Jalisco, que se colocó en el primer lugar, con 12.3% de la producción, y de Veracruz, en segundo, con 10.4%, y que pese a generar una gran cantidad de este tipo de carne en Querétaro, la producción de huevo no alcanza a cubrir la demanda local.

Da gusto saber que hay productores exitosos pero, ¿qué gana la mayoría de los mexicanos con que los productores de pollo y huevo lo hagan en grandes cantidades si el salario les alcanza cada vez menos para comprar siquiera los productos de la canasta “básica”? ¿En qué les beneficia a los trabajadores que haya mucha producción si con su salario apenas compran un kilo de carne de pollo y no les alcanza para comprar tortillas y frijoles para hartar a su familia durante un día?

Por otro lado, aún no se elige gobernador en Coahuila, Nayarit y el Estado de México y ya inició la lucha por la Presidencia de la República, con la campaña contra el gobierno priísta de Peña Nieto, con el pretexto de la liberalización del precio de la gasolina, que sin duda traerá repercusiones negativas e inevitables en el bolsillo de los mexicanos por el efecto inflacionario. Los políticos de todos los partidos que hoy oportunistamente critican, promueven bloqueos en autopistas, quema de gasolineras y piden la cabeza del Presidente de la República, lo hacen para generar un ambiente de desgobierno porque quieren el poder, y no precisamente para mejorar las condiciones de la clase trabajadora, pues, todos ellos; PAN, PRD y demás partiditos, incluido Morena, participaron en la aprobación de las reformas, incluida la energética.

La liberalización del precio de la gasolina no es más que dejar de subsidiarla con dinero de los mexicanos pobres que el gobierno recauda a través de impuestos, para beneficiar a los dueños de vehículos en lugar de utilizarse en programas y obras de infraestructura en beneficio de la gente. A partir de ahora el precio de la gasolina, como todas las mercancías, será como lo determine la oferta y la demanda. Los automovilistas tendrán que pagarla a su precio real, y la culpa no será sólo de quienes han tenido en sus manos el gobierno de la República, sino del sistema económico que domina el mundo, que ni el mesías López Obrador se propone cambiar.

Estoy de acuerdo en que Pemex ha sido saqueada por todos los gobiernos, y que Peña Nieto, como la gran mayoría de sus antecesores, en muchos aspectos ha sido un fracaso; por eso, el reto de los mexicanos no sólo debe ser sacar al PRI de Los Pinos sino a los políticos arribistas de todos los partidos, defensores de un sistema económico a todas luces caduco e inoperante y luchar en serio por un cambio de modelo económico, que genere, pero que también reparta la riqueza producida por todos los mexicanos. Siempre es más fácil actuar irresponsablemente bloqueando carreteras o quemando gasolineras que luchar toda una vida para corregir de fondo los males de nuestra patria, cambiando el modelo económico para sacarla del atascadero.

Y sí, eso requiere que todos los mexicanos estén bien alimentados, y al precio que sea, consuman no sólo carne de pollo, sino suficiente huevo para hacerlo realidad. Feliz año!

Google News