Mercedes Luque y su hijo Ernesto, de cinco años, comparten una gran complicidad, ya que como ella misma lo dice orgullosa, él heredó su forma de ser, pues es  un niño a quien todo lo hace feliz, es súper adaptable y muy inteligente.

En una plática con CLASE, a propósito del Día de las Madres, Mercedes habló sobre la dicha de ser mamá, mientras “Monchis” –como le dicen de cariño a su hijo– jugaba en los jardines con un balón de futbol y a ratos se acercaba a besar y abrazar a su mami.

También  destacó la gran responsabilidad que se adquiere cuando se es madre,  al tener que formar hijos con valores  para que en un futuro se conviertan en personas  de bien, respetables y trabajadoras.

¿Cómo te sientes como mujer y mamá actual?

Soy una mamá moderna y a la vez clásica porque soy muy apegada a los valores y vengo de una familia tradicional; también soy moderna porque me gusta desarrollar mi profesión, porque al final te preparas para ser todo, no sólo ama de casa o mamá, sino para ser una mujer completa y como tal, entran varios aspectos. Entonces me gusta trabajar

y además del trabajo de labor social, me gusta desarrollarme; yo estudié administración de empresas y trabajar es parte de la jovialidad y de tener ese dinamismo.

¿Qué ves reflejado de “Monchis” en ti?

Es muy parecido a mí, la verdad es un niño muy alegre y todo le parece bien, en general siempre se la pasa padre. Lo que me sorprende de “Monchis” es que tiene una memoria impresionante y aunque estamos en contacto con mucha gente, siempre se acuerda perfectamente de dónde es o cuándo lo vio, se fija mucho en los detalles.

¿Cómo le enseñas esta actividad de  labor social que a ti tanto te gusta?

En gran parte es con el ejemplo porque él lo vive de una manera natural como cuando me veía vestida con el uniforme del voluntariado del IMSS, no es algo que le tenga que enseñar como tal. Cuando es su cumpleaños y tiene la fortuna de que los amiguitos le traigan regalos, él solito pregunta cuáles va a sacar para limpiarlos, envolverlos y regalarlos, es algo que  vive como  parte de su vida cotidiana.

Mercedes Luque y “Monchis”
Mercedes Luque y “Monchis”

Para ti, ¿qué representa el ser mamá?

Es al aprendizaje más hermoso que te puede dar la vida

y aunque puede sonar trillado, es un regalo de Dios, pero de verdad los hijos son tus maestros; él es maestro de vida y de él aprendo todos los días.

¿Cuál ha sido uno de tus mayores aprendizajes en este aspecto?

La responsabilidad que tenemos como mamás en la formación de “niños de bien”, la gente habla sobre “el mundo que le dejamos a los hijos”, sin embargo, el mundo no es lo de afuera, sino más bien es lo que hacemos las mamás y los papás, trabajando día a día para darle valores y fundamentos a los hijos,  en este caso, hacerlo un hombre de bien, trabajador, amoroso, preocupado por su familia y por  sus amigos. Y cuando te das cuenta de  la gran responsabilidad que es tener un hijo, te cambia por completo la perspectiva  que tienes del impacto en el mundo y sobre todo, el ideal de que sea un niño feliz.

¿Cómo concibes la frase: “Cuando seas mamá lo vas a entender”?

Yo creo que en el momento en el que nace tu hijo, te cambian un chip, cuando mi esposo (Ernesto Luque) y yo lo escuchamos en el quirófano cuando nació, para mí fue como polvos mágicos, es como si Dios te estuviera -literalmente- dando lo más preciado que tiene y te dice, cuídalo y haz lo mejor que puedas. Todo cambia y no es que te dejes a ti o que te abandones, sino al contrario, te complementas a tal grado, que te liberas de muchas cosas a las que te aferrabas, porque tu sentido de vida en automático cambia.

¿Qué es lo mejor de ser mamá?

El tiempo que tengo con “Monchis”, todo lo que me da él es lo mejor y también en cuanto a aprender a dominar tu carácter y ver que hay veces que debes llamarle la atención y tener ese temple, sin que se te chispen los cables, por eso digo que es el gran maestro de vida, porque el final puedes conocerte a ti a través de él, y ese es el gran regalo.

¿Qué hace él que te provoque felicidad?

Es súper cariñoso y además me impresiona su capacidad de fijarse en los detalles y saber exactamente qué es lo que me gusta, entonces a veces se va con su papá al súper y me trae lo que sabe que prefiero. Son cosas muy específicas como un jugo orgánico, que sabe que me gusta, y me sorprende porque me conoce muy bien.

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