La anticiencia es una postura cuyos planteamientos, si bien pueden resultar graciosos, en realidad son preocupantes y graves, alertaron Catalina Stern, directora de la Facultad de Ciencias (FC), y Martín Bonfil Olivera, de la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC) de la UNAM.

Los terraplanistas, negacionistas y los antivacunas son los grupos de anticiencia que más han desarrollado su influencia entre algunos estratos de la sociedad.

La anticiencia es la negación o la critica de los saberes científicos por considerar que estos no cumplen con la objetividad y la universalidad que debería caracterizarlos, además de que en ocasiones los anticientificos acusan a la ciencia de conspirar contra la humanidad a través del conocimiento para robar o limitar su libertad.

Estos movimientos adquieren mayor fuerza cuando líderes políticos, personalidades del espectáculo y hasta políticas gubernamentalescomparten sus planteamientos, como el caso del presidente Donald Trump, quien en reiteradas ocasiones ha negado loa existencia del cambio climático, considerando que es una mentira orquestada para frenar el desarrollo económico de su país.

Para frenar el avance de estos grupos de anticiencia, es necesario que los científicos combinen el desarrollo de sus actividades profesionales con un mayor contacto con la sociedad para explicar la importancia y el beneficio de su trabajo.

Catalina Stern consideró que es urgente que los investigadores “salgan de la facultad” y tomen como reto la divulgación de la ciencia para que “la sociedad tenga información verídica sobre los descubrimientos, proporcionada por quienes en verdad saben y con un lenguaje menos complejo”.

Los problemas éticos de la ciencia

Cuando el movimiento anticientifico argumenta que la ciencia no es objetiva y tiende a seguir una linea dependiendo sus intereses se refieren a casos concretos como lo sucedido en la década de los 70’s, cuando la industria tabacalera utilizó datos científicos parciales o falsos para sustentar su premisa de que fumar no era el principal causante del cáncer pulmonar.

Al respecto, Bonfil Olivera señaló que la participación de empresas privadas en la ciencia ha crecido en las últimas décadas, pero no todas las investigaciones implican un daño a la salud o al medioambiente, aunque reconoció que algunas actividades para obtener ganancias pueden generar riesgos.

En lo concerniente a la industria farmacéutica, es acusada de ser causante de enfermedades para alentar la venta de medicamentos, de detener la cura para asegurar el consumo de fármacos, o de causar otro tipo de males con la medicación; éste es el argumento de los antivacunas que persisten a pesar de que se han registrado brotes epidémicos de sarampión en varios países.

Es importante hacer un esfuerzo para explicar la ciencia con un lenguaje claro y sencillo, concluyó Bonfil Olivera.

Con información de la UNAM

Google News

TEMAS RELACIONADOS