La enfermedad por virus de Marburgo (EVM), antes denominada fiebre hemorrágica de Marburgo, es una enfermedad grave, a menudo mortal.

Se considera que los huéspedes naturales de este virus son los murciélagos de la fruta Rousettus aegyptiacus, de la familia Pteropodidae. Este se transmite de estos mamíferos a los seres humanos y a su vez de persona en persona.

El virus de Marburgo es el agente causal de la enfermedad por virus de Marburgo (EVM), cuya tasa de letalidad puede llegar al 88%.

Se identificó por primera vez en 1967 tras brotes simultáneos en Marburgo, Frankfurt y en Belgrado.

Los virus de Marburgo y del Ébola son miembros de la familia Filoviridae (filovirus). Aunque son causadas por virus diferentes, las dos enfermedades son similares desde el punto de vista clínico. Ambas son raras, pero pueden ocasionar brotes dramáticos con elevadas tasas de letalidad.

¿Cuáles han sido los brotes registrados de Marburgo?

Dos grandes brotes que ocurrieron simultáneamente en Marburgo, Frankfurt y en Belgrado  en 1967. El brote se asoció a trabajos de laboratorio con monos verdes africanos (Cercopithecus aethiops) importados de Uganda. Posteriormente se han notificado brotes y casos esporádicos en Angola, Kenya, la República Democrática del Congo, Sudáfrica (en una persona que había viajado recientemente a Zimbabwe) y Uganda. En 2008 se notificaron dos casos independientes en viajeros que habían visitado en Uganda una cueva habitada por colonias de murciélagos Rousettus.

¿Cómo se transmite el virus?

Inicialmente, la infección humana por EVM se debe a la exposición prolongada a minas o cuevas habitadas por colonias de murciélagos Rousettus.

La transmisión se hace sobre todo de persona a persona por contacto directo (a través de piel lesionada o de las membranas mucosas) con sangre, secreciones, órganos u otros líquidos corporales de personas infectadas, así como con superficies y materiales (como ropa personal y de cama) contaminados con dichos fluidos.

Se han descrito casos de transmisión al personal sanitario que atiende a los pacientes EVM presunta o confirmada a través del contacto estrecho sin precauciones adecuadas de control de la infección. La transmisión por equipo de inyección contaminado o por pinchazos con agujas se asocia a una mayor gravedad de la enfermedad, deterioro rápido y, posiblemente, mayor tasa de letalidad.

Las ceremonias funerarias en que los dolientes tienen contacto directo con el cuerpo del difunto pueden desempeñar un papel importante en la transmisión del virus de Marburgo.

Transmisión sexual de virus Marburgo

La transmisión del virus a través del semen infectado está documentada hasta 7 semanas después de la recuperación clínica. Son necesarias más investigaciones y más datos de vigilancia sobre el riesgo de transmisión sexual, y en particular sobre la prevalencia de virus viables y transmisibles en el semen a lo largo del tiempo. Mientras tanto, y de acuerdo con los datos disponibles, la OMS recomienda:

Que todos los supervivientes a la EVM y sus parejas sean asesorados sobre las prácticas sexuales seguras hasta que el semen dé negativo dos veces para el virus.

Que todos los supervivientes dispongan de preservativos.

Que los hombres que hayan padecido EVM sean incluidos en programas de análisis del semen después del alta, empezando por recibir asesoramiento y, una vez que estén preparados física y mentalmente, sometiéndose a análisis del semen en los 3 meses siguientes al inicio de la enfermedad.

¿Cuáles son los síntomas de la EVM?

El periodo de incubación oscila entre 2 y 21 días.

La enfermedad causada por el virus de Marburgo empieza bruscamente, con fiebre elevada, cefalea intensa y malestar. Los dolores musculares son frecuentes. Al tercer día puede aparecer diarrea acuosa intensa, dolor y cólicos abdominales, náuseas y vómitos. La diarrea puede persistir una semana.

En esta fase los pacientes tienen un aspecto que se ha descrito como "de fantasmas", con hundimiento de los ojos, rostro inexpresivo y aletargamiento extremo. En el brote europeo de 1967 la mayoría de los pacientes presentaron una erupción cutánea no pruriginosa 2 a 7 días después del inicio de los síntomas.

Muchos pacientes tienen manifestaciones hemorrágicas graves a los 5 a 7 días, y los casos mortales suelen presentar alguna forma de hemorragia, a menudo en múltiples órganos. La presencia de sangre fresca en los vómitos y las heces suele acompañarse de sangrado por la nariz, encías y vagina.

El sangrado espontáneo en los lugares de venopunción (para administración intravenosa de líquidos o extracción de muestras de sangre) puede ser especialmente problemático. Durante la fase grave de la enfermedad los pacientes tienen fiebre elevada persistente. La afectación del sistema nervioso central puede producir confusión, irritabilidad y agresividad.

Ocasionalmente se han descrito casos de orquitis (inflamación de uno o ambos testículos) en la fase tardía de la enfermedad (15 días).

En los casos mortales el óbito suele producirse a los 8 a 9 días del inicio de los síntomas, generalmente precedido de grandes pérdidas de sangre y choque.

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