Una de las metas fundamentales de la Educación que incorpora integralmente la emocionalidad, es preparar al otro ser humano para su propio Autocuidado Emocional desde las edades tempranas. Este es uno de los aspectos más importantes en el contexto de la actual pandemia por la enfermedad COVID-19. Una de las razones se encuentra en la necesidad creciente de manejar las ansiedades, el estrés y/o el miedo.

El Autocuidado Emocional también es una forma de ejercer la independencia y la responsabilidad de quienes lo practican, y cuando ello sucede, niños, niñas, adolescentes y jóvenes también aprenden a conocerse, regularse, y valorarse mejor a sí mismos. Los invito a valorar de conjunto con sus estudiantes y/o hijos e hijas, ocho estrategias que ellos mismos pueden poner en práctica con nuestro apoyo, para su Autocuidado Emocional, más una con la que debemos acompañar siempre el proceso.

Manejo ambiental: Mucha de la información que analiza nuestro cerebro, y participa como detonante de ansiedad, o de tranquilidad, no es consciente. Mucha de esta información proviene de nuestro medio, por eso es tan importante habitar en lugares ordenados, ventilados, iluminados, con olores y temperaturas agradables. El orden, la temperatura, los olores, los colores, la iluminación, la ventilación, y hasta la postura corporal que adoptamos, dan señales permanentemente a nuestro cerebro sobre lo seguro que podemos o no estar. Podemos por ejemplo, construir con ellos una especie de lista de chequeo parecida a la que utilizan los pilotos antes del despegue, y canjear incentivos por la disponibilidad de sus habitaciones para “despegar” determinados momentos del día, o días de la semana. También podemos utilizar otros espacios.

Poner en práctica una organización más saludable del tiempo: Esta herramienta implica tener las cosas que necesitamos en nuestro día a día localizadas, clasificadas. También implica respetar un horario que combine responsabilidades con recreación, aprender a preveer los recursos que se necesitarán para empezar y terminar una tarea, que la realización de una tarea no coincida con la realización de otra, a pedir ayuda cuando sea necesaria, a reconocer las señales de estrés que nos da nuestro propio cuerpo, y cuándo es necesario hacer una pausa activa. Recuerde que tal y como determinados equipos eléctricos se apagan cuando llegan a ciertos niveles de temperatura para mantenerse a salvo, nuestro sistema nervioso también necesita momentos de pausa. De igual forma, es importante aprender a monitorear mediante calendarios y agendas, el cumplimiento de las responsabilidades.

Nueve herramientas prácticas para el autocuidado emocional de niños, niñas, adolescentes y jóvenes
Nueve herramientas prácticas para el autocuidado emocional de niños, niñas, adolescentes y jóvenes

Aprender al menos un ejercicio de relajación: Es muy saludable que desde pequeños, por ejemplo desde los 7 u 8 años, podamos enseñar a niñas y niños un ejercicio de relajación que puedan aplicar a sí mismos. Es importante enseñarles que para ello deben buscar un espacio seguro, donde no los interrumpan, no tener el estómago lleno, y tener una ropa cómoda. Cuando respiramos calmados y profundamente, ese ritmo le transmite a nuestro cerebro información asociada a la paz y la tranquilidad y, por lo tanto, puede ser un camino natural para calmar la ansiedad y el estrés cotidiano. La respiración es una de las monedas con las que más se puede comprar bienestar a nuestro cuerpo. Recordemos que nos podemos relajar también mediante actividades que cambian nuestra forma de respirar, como plantar un árbol, dibujar, o conversar tranquilamente.

Utilizar un método de estudio más narrativo: Hay bastantes evidencias de que los métodos de estudio a nivel internacional se apoyan fundamentalmente en herramientas gráficas y cognitivas, que exigen un elevado gasto energético, a través de la repetición con nuestra memoria. Estas herramientas son muy valiosas. Sin embargo, hay otras estrategias más narrativas, que son a la vez entretenidas, y producen aprendizajes sólidos con un menor nivel de estrés. Un ejemplo es utilizar en la lectura de cualquier material, una tabla con las siguientes cinco preguntas:

¿Qué fue lo que más me gustó, y por qué?

¿Qué fue lo que más me desagradó de la lectura, y por qué?

¿Qué fue lo que más me sorprendió, y por qué?

¿Cómo lo que leí me ayuda a entender mejor lo que ya sabía, o lo contradice?

¿Qué preguntas me han surgido a partir de la lectura, y qué acciones haré a partir de ellas?

Otro ejemplo puede ser, después de terminar la lectura, y con apoyo de la grabadora del celular, grabarse a uno mismo explicando con sus propias palabras lo que entendió de la misma. Otro ejemplo es confeccionar una historia escrita que intente ser una versión fiel de lo que hemos aprendido. Para ello, la versión debe construirse a modo de historia, empleando recursos como: si pero, tal vez, también, entonces, y/o sin embargo.

Narrar es convertir lo aprendido en una historia, y en este proceso nuestro cerebro se percata de los “puntos ciegos” del aprendizaje, pero también de las ventajas de ponerle nuestra propia mirada. A nuestro cerebro le encantan las historias, y por eso puede ser una herramienta muy útil para el manejo del estrés durante el aprendizaje, sobre todo a partir de los 9 o 10 años.

Practicar hábitos de auto superación personal: Hay un mundo lleno de saberes y experiencias que se encuentran en las películas, pero también en la lectura. Por eso la invitación que les hago es a promover no sólo la visualización y la lectura de aquellos materiales que puedan cultivar el Bienestar Emocional, sino a incorporar esta acción como un hábito al que se le da un tiempo, y un espacio de práctica en el día a día; porque no necesitamos hablar tanto del bienestar como vivirlo intencionadamente en la medida de las posibilidades.

Construir y cuidar vínculos: El vínculo es una relación única que se establece con otra persona, que nos ofrece la posibilidad de podernos expresar, sentirnos escuchados, recibir y dar afecto. Los seres humanos somos vinculares desde antes de nacer, y esto nos permite vernos y sentirnos como seres humanos únicos, y por eso es el pilar fundamental de todo el desarrollo psicológico y espiritual durante toda la vida. Aunque es un concepto amplio, podemos facilitar que niños, niñas, adolescentes y jóvenes puedan cultivarlo, por ejemplo, a través de tareas vinculares. Por su propia naturaleza, éstas irán pasando de ser tareas a ser preferencias y deseos en la personalidad. Algunos ejemplos concretos de estas tareas pueden ser:

Comenzar por nosotros con una reflexión personal: Las posibilidades de cualquier ser humano de alimentar su bienestar emocional, están relacionadas durante toda la vida con la familia. Por esta razón, la independencia y la capacidad creciente de niños y niñas para aprender algunas herramientas concretas que les permitan cuidar un poco mejor de sí mismos, no nos pueden hacer perder de vista el hecho de que nosotros mismos, las personas que ellos tienen cerca, somos parte esencial en la salud de ese vínculo. Como ustedes ya saben, ningún dispositivo tecnológico o red digital podrá sustituir la calidad vincular que hay de humano a humano. Tampoco puede ser encargado a otra persona, porque cada relación humana es única e irrepetible.

Nueve herramientas prácticas para el autocuidado emocional de niños, niñas, adolescentes y jóvenes
Nueve herramientas prácticas para el autocuidado emocional de niños, niñas, adolescentes y jóvenes

Saludo: Dedicar 5 minutos de cada día a saludar y ponerse al tanto de cómo están algunos familiares, profesores, o compañeros de colegio.

Reevaluación del cierre de conversaciones: Niños, niñas, adolescentes y jóvenes deben saber y experimentar el hecho de que los conflictos son parte inseparable de las relaciones humanas, y que por lo tanto, así como la salud física no es la ausencia de enfermedad, sino también la capacidad del cuerpo para recuperarse, también sucede con las relaciones humanas, y por lo tanto la reparación es parte de esa salud vincular. Una acción concreta es anotar en una hoja papel una vez a la semana, aquellas personas con las que cree que una conversación no terminó de la mejor forma, o existe un problema. Este ejercicio se puede acompañar con la escritura de una acción concreta que cree podría hacer para comunicarse de mejor forma con esa persona.

Monitoreo de la seguridad en espacios sociales digitales: Cuidar el vínculo tiene que ver también con cuidar nuestro amor propio, y nuestra seguridad. Una acción concreta puede ser apoyar a niños y niñas a construir listas de monitoreo de su seguridad en los espacios digitales, las cuales pueden contener aspectos como: el no utilizar sus cuentas en dispositivos de otras personas, no compartir contraseñas con otras personas, no aceptar como amistades a quienes que no conocen, y consultar a sus padres y/o cuidadores ante cualquier comentario y/o sugerencia de connotación sexual, o que vaya en sentido de dañar su propio cuerpo o el de otros.

Buscar pretextos para conversar: Las investigaciones en neurociencias nos muestran que conversar es un remedio natural contra el estrés, por ejemplo. La invitación es a facilitar espacios conversacionales, porque el tema puede ser secundario. Lo importante es todo lo que sucede en el espacio vincular para bien.

Cerrar el día: La invitación es a facilitar y acompañar a niños, niñas, adolescentes y jóvenes a cerrar su día. La manera puede ser una oración, una reflexión íntima, o una conversación con algún familiar. En cualquier caso, es importante que pueda evaluar la posibilidad de pensar todo lo bueno que hizo, qué relación hubo entre su comportamiento y las emociones positivas vividas por él o ella, así como aquellas cosas y personas a las que considera importante darle las gracias.

Construir y cuidar al menos un registro Autobiográfico: Es muy importante dejar un registro de las cosas que hacemos, y si ese registro nos hace ver nuestras virtudes, potencialidades, vínculos valiosos, o nos hace recordar momentos felices, se convierte en una herramienta potenciadora del amor propio, la motivación, y el optimismo ante la vida. Ejemplos concretos son el colgar en casa obras de arte realizadas, sembrar plantas cuya posición o crecimiento nos recuerde algo especial, o confeccionar cuadros con varias fotos en las que hemos estado acompañados de personas importantes para nosotros en diferentes etapas de nuestra vida. Estas acciones cultivan y protegen el Bienestar Emocional, porque por ejemplo, la memoria pasa de ser una herramienta de repetición, a ser una “autopista” por la que nos conectamos más directamente con nosotros mismos, y aprendemos a rescatar las vivencias que nos hacen sentir plenos.

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