Inicia la cuaresma y el tiempo de comer pescado. ¿Qué tal unas ricas tostadas de marlin? Después de escudriñar el menú se percata que son la más caras. Pero qué más da. Hoy es día de antojos y, además, las acompañará con una copa vino blanco.

Nada puede echar a perder una situación tan especial, salvo el hecho de saber que muy probablemente usted acaba de ser engañado y lo que es peor aún, ha atentado contra la salud del ambiente. En pocas palabras, le han dado Gato por liebre.

Este es el nombre del estudio realizado por Oceana, una organización internacional dedicada a la protección de los océanos que ha desenmascarado el fraude y sustitución de especies en la comida del maren nuestro país.

Según la investigación, el marlin es sustituido hasta 95% de las veces por tiburón sedoso y tiburón zorro, esta última especie que  —por si no bastara— figura en la lista roja de La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UNILA).

Lo peor es que no se trata de un caso aislado. Miles de comensales que ordenan un tipo de pescado o lo compran en el mercado son engañados por inocencia o ignorancia o con dolo todos los días. La investigación realizó pruebas genéticas en casi 400 muestras de pescado tomadas en 133 establecimientos (pescaderías, supermercados y restaurantes) de tres ciudades: Ciudad de México, Cancún y Mazatlán.

Se utilizó el código de barras del ADN, una técnica forense donde se aisla un segmento del gen de una muestra comercial de pescado que puede ser fresca, congelada o después de haber sido procesada en un platillo de un restaurante.

La secuencia de ADN obtenida es comparada contra bases de datos de referencia (e.g. GENBANK, BOLD) para determinar la verdadera identidad de la muestra.

El objetivo era determinar si la especie que se vendía correspondía al nombre comercial con el que se ofrecía. A continuación se presentan los resultados.

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