Sarah Gilbert, científica que trabajó en la creación de la vacuna de AstraZeneca, señaló que no debemos preocuparnos por el surgimiento de nuevas variantes del Covid-19, ya que la evolución de un virus es parte de su ciclo natural, y que si bien, cuando mutan, se transmiten con mayor facilidad, provocan infecciones menos graves que sus antecesoras.

A finales de junio, el público que asistía al primer partido de tenis en Wimbledon se puso en pie y aplaudió durante largo rato a Gilbert, originaria de Kettering, Reino Unido. La investigadora de 59 años no se lo esperaba, y pese a su carácter duro dejó escapar sus emociones. Vive un momento de cosecha después de un largo año de intenso trabajo.

La responsable de desarrollar la vacuna de la Universidad de Oxfordproducida más tarde en colaboración con la farmacéutica AstraZeneca, fue galardonada este año, junto al resto de colegas creadores de otras vacunas, con el premio Princesa de Asturias de Investigación Científica.

En este contexto, Gilbert se pronunció en torno a las preocupaciones y miedos colectivos que ha generado el predominio de variantes de preocupación(VOC, por sus siglas en inglés), como es el caso de Delta. Para la experta las cifras que revelan los casos confirmados de Covid-19  no debería ser la fuente principal del desasociego, sino el número de nuevas hospitalizaciones.

"La variante Delta no está ocasionando una enfermedad más grave que la del virus original, pero es cierto que es altamente transmisible", aseguró. 

La vacunológa explicó que, en términos de evolución, la mutación no suele derivar en una mayor virulencia: "al propio virus no le interesa".

Para entender este fénomeno, la especialista aseguró que el SARS-CoV-2 no obtiene ninguna ventaja si los infectados sufren patologías más serias.

"Cuanto más enfermos graves haya, más se aislarán del resto de personas y dejarán de transmitirlo. Está en su interés aumentar su transmisibilidad y provocar efectos más suaves", aseguró.

Sin embargo, Gilbert reconoció que la lógica nos lleva a esperar nuevos virus muy contagiosos, pero en realidad estas variantes provocan una enfermedad menos grave.

Es evidente que Delta se convertirá en la variante dominante y aumentarán las infecciones -consideró la experperta- Y su contención dependerá de la manera en que decida actuar cada país. Reiteró, además, que el número de infecciones, en cierto sentido, será menos importante que el de hospitalizaciones.

"Sabemos que, una vez vacunada, la gente puede ser contagiada, pero su enfermedad es más suave, y lo normal es que transmitan menos el virus. En la actualidad, el número de casos que derivan en ingreso hospitalario no es el que fue hace un año. La situación ha cambiado", puntualizó. 

¿Debería comenzar a vacunarse a los menores?

"Lo que estamos logrando con la vacunación es lo que pretendíamos: proteger los sistemas públicos de salud y evitar hospitalizaciones y muertes. Algo que, salvo raros casos, no ocurre con los niños", destacó Sarah Gilbert. 

Esto se debe a que, en la actualidad, aún son muy limitadas el número de vacunas para proteger a todos los países. Por ello, la inmunización del personal sanitario y los mayores de aquellos lugares a los que todavía no ha llegado la vacuna es una prioridad.

"No debemos olvidar aquel propósito inicial según el cual ´nadie estará a salvo hasta que todos estemos a salvo¨". Por ello, la estudiosa señaló que desde un inicio se han tratado de distribuir homogéneamente en todas las regiones. 

"Nuestra vacuna se usa en 172 países, con muy buenos resultados. No es perfecta, de acuerdo, pero supone el 80%", destacó. 

Pese a la lucha por repartir equitavitamente los viales, la científica reconoció que muchos países que la necesitan, no disponen de la logística de almacenamiento y conservación que requieren muchas de las vacunas.

"No se trata de que lleguen hasta el aeropuerto, tienen que llegar a la gente", pormenorizó. 

Finalmente, la investigadora abordo los señalamientos de aquellos que desconfian de las vacunas. Gilbert dijo que el argumento que más se utiliza es que las vacunas no son algo natural.

"¿Qué quiere decir natural? Si sufres una infección vírica, un virus invade las células de tu cuerpo, y las usa para replicarse y extenderse. Al vacunar, ponemos un fragmento de ARN del virus en un reducido número de células para fabricar una proteína que promueve la respuesta inmunológica y evita que el virus se extienda por el organismo", aseveró. 

"A mí me preocuparía mucho más una infección viral descontrolada por todo el cuerpo que una vacuna controlada y limitada en sus efectos. Necesitamos que la gente entienda mejor cómo funcionan las vacunas, para acabar con esa idea de que no son algo natural", destacó. 

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