Alejarse de los tumultos citadinos, embarcarse rumbo a una isla exclusiva rodeada de aves, desconectarse por completo de lo cotidiano para disfrutar de una velada a la luz de una fogata, copa de vino en mano y contemplar la reluctante bóveda celeste. Esta es la atmósfera de Tzibanzá. 
 
La comunidad de Tzibanzá, cuyo origen deriva de los asentamientos otomí-chichimecas, se ubica en el municipio de Cadereyta de Montes, en Querétaro, a tres horas y media de la Ciudad de México. Entre sus montañas fluye un gran cuerpo de agua formado por la presa de Zimapán, que comparte con el estado de Hidalgo. En medio de la inundación emerge este pequeño fragmento de libertad. 
 
Esta “isla” en Querétaro es un destino ecoturístico. Tiene 12 cabañas de lujo totalmente equipadas con capacidad hasta para cuatro personas. Si decides visitarla, debido a la demanda, necesitas apartar tu lugar (tel. 773 182 6612 o la_isla_tour@hotmail.com)  hasta con seis meses de antelación. No podrás acceder si no cuentas con una reservación, la cual incluye el estacionamiento, el traslado a la isla, tres alimentos, acceso a las instalaciones (alberca y áreas verdes) y el hospedaje.

Pasear en kayak por las plácidas aguas de la presa de Zimapán es una experiencia relajante, que de inmediato te conecta con la naturaleza del lugar. También puedes tener un recorrido en bote, en compañía de experimentados guías de la región, quienes te llevarán a conocer los diferentes brazos de la presa hasta llegar a los Manantiales de Thaxidó, en Tecozautla, Hidalgo, donde podrás sumergirte en sus cristalinas aguas termales. 
 
La mayoría de los habitantes de Tzibanzá se dedican a la pesca de la lobina negra, una especie cuya población se distribuye a lo largo del cuerpo de agua. Para ellos, esta actividad no es un deporte, es una forma de vida con la que se ganan el sustento. Sin embargo, puedes realizar un recorrido para capturar algunos de estos ejemplares y posteriormente liberarlos en su hábitat.

Los alimentos, incluidos en el campamento, son servidos en el restaurante del lugar y son muy caseros. Los guisados son típicos de la región y se sirven con frijolitos y tortillas, pero no esperen algo muy elaborado ni de alta cocina. Son platillos deliciosos preparados a la sazón de los lugareños. Aunque si tu antojo place de la pesca del día, puedes visitar el restaurante del Hostal el Anzuelo y pedir una fresca mojarra preparada a tu gusto. 
 
Cuando el sol comienza a ocultarse tras las colinas, la temperatura desciende y el frescor del viento te pringa las mejillas. Entonces, sabes que llegó el momento de ponerte un suéter o una prenda abrigadora e iniciar con el encendido de la fogata. Entre charlas y bromas con tu compañía te invade el solaz del momento.

A la luz y el calor del fuego, puedes asar malvaviscos, destapar una botella de tinto y contemplar la quietud de la luna, el fulgor de las estrellas. La velada se torna íntima entre tu ser y esa pequeña bastedad de naturaleza separada del resto de la existencia. Aprovecha la conexión, túmbate en la hamaca y déjate arrullar por la quietud y la magia de Tzibanzá, la isla escondida de Querétaro.

Antes de viajar, consulta las redes sociales y los sitios oficiales de Turismo de Querétaro y llama directamente a Tzibanzá para conocer los protocolos de bioseguridad que se aplican en sus instalaciones y el estado del semáforo epidemiológico de Covid-19. No olvides preguntar sobre las actividades disponibles en estos momentos de pandemia.

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