Canadá y México tienen algo en común: apuestan a que la depreciación de la moneda local frente al dólar de Estados Unidos (EU) estimule sus exportaciones hacia su principal socio comercial, lo que les permitiría reactivar la economía para salir de la recesión en el primer caso y para evitar que ocurra una contracción económica, dadas las señales de desaceleración (crecer a una tasa cada vez menor) en el segundo.

La disminución del precio de la gasolina y de los energéticos podría generar incentivos para impulsar algunas actividades económicas.

Por ejemplo, los hogares estadounidenses contarían con mayores recursos para otros gastos como hacer más turismo en Canadá y México, aunque la baja en el precio de la turbosina no se refleje en la misma proporción en las tarifas de avión; o podrían incrementar las importaciones de bienes y servicios.

Sin embargo, la interrogante es si EU va a seguir creciendo a una tasa por arriba de 2.0% que permita que las importaciones de sus vecinos sigan subiendo, o si los ingresos de los hogares continuarán registrando alzas aceptables que impulsen las compras en el exterior y los gastos turísticos en el extranjero.

El crecimiento esperado de 1.6% del PIB en el tercer trimestre respecto al anterior a tasa anualizada, cuando en el segundo fue de 3.9%, podría ser un indicio negativo al respecto, que se ha reflejado en la debilidad de las exportaciones manufactureras de Canadá y México.

El desfavorable desempeño de la economía canadiense, fue un factor determinante en la victoria de Justin Trudeau del Partido Liberal, finalizando nueve años del gobierno conservador de Stephen Harper, que se había visto beneficiado por un boom de las materias primas favorecidas por la reactivación posterior a la gran recesión del 2009.

El programa de estímulos económicos basado en la expansión del gasto de infraestructura y de recortes de impuestos a la clase media, aunque ello implique incrementar el déficit público los próximos tres años, propuesta que pudo más que la amenaza de que no seguir con la disciplina fiscal tendría consecuencias negativas en los mercados financieros.

En contraste, el gobierno mexicano, pasadas las elecciones intermedias en junio pasado espera que las finanzas públicas sanas sean premiadas por los inversionistas extranjeros y que consideren más confiable un país con mejor disciplina fiscal y con estabilidad macroeconómica.

Se ha insistido en que México no es un país emergente y que es diferente a Brasil y Rusia afectados por la caída de las materias primas, con problemas de déficit público y con inflación creciente, por lo que su riesgo crediticio es elevado, confiando en que fluyan inversiones extranjeras por el factor de diferenciación.

Por su parte, el FMI recientemente ha dado un apoyo importante declarando que las reformas estructurales pronto darán frutos en México y estimularán el crecimiento económico que beneficie a la población en su conjunto.

El problema es que las expectativas han fallado en un pasado y la gente no tendría por qué creer que así sucederá en un futuro, y; por otra parte, mientras no se recupera el poder de compra de los sectores de más bajos ingresos, es difícil que la población apoye un modelo con tan pobres resultados.

El discurso de las autoridades mexicanas de que se ha recuperado el poder de compra porque la inflación en tasa anual se ha mantenido por abajo del 3% en los últimos meses, no encuentra resonancia entre la población que ha acumulado pérdidas en los últimos 35 años y que sospecha que la baja inflación es más resultado de una demanda deprimida que no se traduce en un bienestar económico efectivo.

Al tratar de dar buenas noticias al estilo del gobierno de Fox, se termina por dar una señal equivocada de optimismo perdiendo credibilidad. Este tipo de discurso no puede ocultar la realidad, si consideramos que había más de 55 millones de personas en situación de pobreza en 2014.

Por su parte, Canadá está apostando más a la reactivación del mercado interno, considerando que el débil desempeño de la economía mundial, ocasionará que la demanda de los energéticos y de las materias primas no permita una recuperación de estas actividades, y por ello está buscando una política fiscal expansiva, por lo que la estrategia es diferente a la mexicana. Esto es, aunque su economía está integrada a la de su vecino del sur, busca diversificar sus fuentes de crecimiento.

*Maestro en Economía

pabloail@yahoo.com.mx

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