En México existen 5.8 millones de personas en disposición de trabajar que han desistido de buscar un empleo porque consideran que no tienen posibilidades de encontrarlo. Ya sea por no contar con la experiencia necesaria, en el caso de los jóvenes, o por sobrepasar la edad requerida, en el caso de los adultos mayores, interrumpen la búsqueda también por razones como los bajos salarios y la falta de prestaciones.

La cifra es tres veces superior a los 1.9 millones de trabajadores que se encuentran desocupados, de acuerdo con los datos al segundo trimestre de 2017 de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo dados a conocer por el Inegi.

A diferencia de los desempleados que manifestaron su disposición para trabajar e hicieron alguna actividad para obtener un empleo, estas personas se declararon disponibles para trabajar, pero no llevaron a cabo acciones al respecto, por lo que se constituyen en un sector que eventualmente puede contribuir en el mercado laboral como desocupado u ocupado.

De este total, 2.4 millones (42%) son jóvenes de entre 15 y 29 años, siguiéndoles en orden de importancia los mayores de 60 años, siendo 1.3 millones de adultos. Uno de los problemas que enfrentan los jóvenes a la hora de buscar insertarse en el mercado laboral es la falta de experiencia, por lo que muchos de ellos asumen que no tienen posibilidades de encontrar un empleo.

Más que la falta de experiencia, es la mala remuneración de las plazas que se generan lo que desalienta a las personas a buscar un empleo, porque si se observa la estructura de la población desocupada, vemos que prácticamente 90% son personas que cuentan con experiencia previa independientemente de su nivel de estudios, comentó Héctor Magaña, profesor e investigador del Tecnológico de Monterrey, campus Estado de México.

“Lo que está faltando es una mejor remuneración en los puestos laborales; a la mejor estas personas logran conseguir una plaza, pero al conocer cómo van a estar remunerados, deciden no ejercerla y desisten en su empeño y buscan otras alternativas, como continuar con sus estudios o buscar oportunidades en otros países, a la espera de que la situación del mercado laboral en México mejore”, agregó.

Más de 90% de los empleos generados en los últimos cuatro años y medio percibe un ingreso que va de uno a dos salarios mínimos; es decir, 4 mil 824 pesos al mes, en el mejor de los casos. Otro desincentivo puede ser la falta de prestaciones, toda vez que 35% de los empleos subordinados que se han creado en lo que va del presente sexenio no cuenta con prestaciones básicas como el aguinaldo y vacaciones pagadas.

Para Jonathan Heath, analista económico del sector privado, la razón principal es que son jóvenes que han buscado un empleo y que quizás se han frustrado porque no han encontrado algo que les guste. También puede ser porque hacen un cambio de planes, de repente deciden estudiar o viajar.

En muchos casos pudieran ser mujeres que deciden dedicarse a los quehaceres domésticos porque no han encontrado trabajo, agregó el analista. Al respecto, llama la atención que 69% (4 millones) de las personas dispuestas a trabajar, pero que han desistido son mujeres.

En el caso de los adultos mayores, el principal problema es que la oferta laboral pone límites en términos de la edad, a pesar de estar en condiciones para cubrir los requerimientos de experiencia y preparación que requieren las plazas.

Adicionalmente, las empresas procuran no contratar de manera directa a mayores de 60 años, debido a la carga laboral que pueden significar estos empleados en términos de salud y limitaciones físicas.

“Aquí más que nada es la falta de oportunidades para los adultos mayores, ya que muy pocas empresas contratan a trabajadores que ya pasan de cierta edad; entonces, cada vez es más complicado para estas personas”, dijo Magaña.

Se les contrata con muy bajos sueldos y para realizar actividades de apoyo, muchas veces por debajo de su experiencia y capacidades, lo que desmotiva a este tipo de personas a seguir en busca de una plaza laboral, agregó el investigador.

“Cuando uno busca un trabajo, lo condicionan a cierto límite de edad, y siempre prefieren contratar a gente joven que a la gente más adulta. Van pasando los años y uno tiene más de 60 años y pesa más la edad que la experiencia que con el correr del tiempo pueda tener uno, es una decisión de cada empresa”, dijo a su vez Jonathan Heath.

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