Tomando en cuenta el crecimiento económico global nos encontramos que, una vez más, Estados Unidos destaca como potencia líder por su capacidad de consumo, muestra de ello son los 14 millones de automóviles que vendieron en el mercado interno este último año.

Así, mientras nuestro vecino norteamericano se recupera paso a paso, Europa se queda atrás. La Comunidad Económica Europea no logra restablecerse desde la crisis 2008-2009. La falta de consumo por parte de Alemania, entre otros factores, está generando que la crisis se agudice cada vez más.

Ante esta realidad global, es importante la consolidación regional. Es por esto que el tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá requiere de ajustes para asegurar la participación de los países del NAFTA ante la integración del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP, por sus siglas en inglés).

Presumimos que tanto el gobierno de Obama como el de Enrique Peña Nieto están buscando mayores oportunidades de crecimiento económico en Norteamérica, ejemplo de ello puede ser la visita planeada del gabinete económico estadounidense con su contraparte en México, lo que indica que la agenda bilateral está buscando la creación de empleos en ambos lados de la frontera, dependiendo de las capacidades, la disponibilidad y necesidades del mercado.

Por la reapreciación de su moneda y el incremento de los costos internos, China comienza a estar fuera de competencia. Su clase media demanda un nivel de ingresos muy superior al de hace 30 años, cuando la clase laboral se conformaba con un dólar al día —como actualmente sucede en Vietnam— por lo que los costos de mano de obra entre México y China ya no representan una ventaja para el país asiático.

Por el contrario, tomando en cuenta el costo de los fletes y la distancia, las cadenas productivas integradas desde China hacia Norteamérica resultan más costosas que la integración natural que se ha dado entre México y Estados Unidos a partir de 1994, cuando el NAFTA entró en vigor.

Desde luego, para crear este tipo de sinergias se requiere una amplia colaboración regional, en la cual Estados Unidos, Canadá y México unan sus fuerzas para presentar una oferta de productos atractivos para Latinoamérica y así poder hacer frente al resto de los países miembros del acuerdo Trans-Pacífico.

Esta agenda requiere no sólo del impulso de la iniciativa privada sino de una colaboración a nivel de gobierno, en la que, además de que se den a conocer las ventajas de cada una de las cadenas productivas dentro de la región, se ofrezcan incentivos económicos (coordinación, transporte, promoción) que den lugar a la creación de un organismo capaz de potenciar el dinamismo natural de la región, es decir, un Pro-NAFTA o su equivalente.

De acuerdo con la visión de futuro del gobierno actual, ha llegado el momento de México, y éste está ligado a la creación de fuentes de trabajo y al comercio exterior. Esta iniciativa debería nacer de la Secretaría de Relaciones Exteriores, impulsando, entre otras cosas, la creación de un centro de exposición permanente con productos regionales que bien podríamos denominar: NAFTA Market.

* El autor es profesor decano del IPADE

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